Revista Opinión

Benedicto XVI a la Curia: pedofilía en la Iglesia y en el mundo y conciencia en Newman, entre otros asuntos de 2010

Por Noblejas

B16
Benedicto XVI ha dirigido ayer el tradicional discurso de Navidad a la Curia romana. En él se puede ver (es muy recomendable leerlo) que habla con fuerza, claridad y grandes dosis de visión histórica y sobrenatural al analizar numerosos asuntos de 2010, el año que acaba.

Como editorializa a este propósito el diario español ABC, el Pontífice lleva mucho tiempo afrontando con rigor y valentía los abusos sexuales en el seno de la Iglesia:

el Papa ha dedicado una parte sustancial de su discurso navideño ante la Curia a condenar sin paliativos los abusos sexuales en el seno de la Iglesia. Benedicto XVI habló alto y claro sobre un «gigantesco desastre» que exige una llamada a la renovación espiritual, sin olvidar la prioridad del deber de ayuda a las víctimas.

A pesar de las críticas falaces e interesadas, el Pontífice lleva mucho tiempo afrontando con rigor y valentía una situación que no admite tolerancia.

Desde su condición de Pastor de la Iglesia y también de intelectual riguroso, la respuesta papal ante estos abusos gravísimos ha sido irreprochable.

Quien esté interesado en las palabras literales, claras, rotundas, sin paños calientes, de Benedicto XVI a este respecto las puede encontrar en el mismo texto ya mencionado, realmente ejemplar.

Además de apenarse por no disponer de tiempo para hablar a sus anchas de los viajes emprendidos en 2010, entre ellos los de Santiago y Barcelona, sin embargo se detiene en hablar de Newman, y de su primera conversión. Dice:

(...) Newman pensaba como el hombre medio de su tiempo y también como el de hoy, que simplemente no excluye la existencia de Dios, sino que la considera en todo caso como algo incierto, que no desempeña un papel esencial en la propia vida.

Para él, como para los hombres de su tiempo y del nuestro, lo que aparecía como verdaderamente real era lo empírico, lo que se puede percibir materialmente. Esta es la «realidad» según la cual se nos orienta.

Lo «real» es lo tan­gible, lo que se puede calcular y tomar con la mano. En su conversión, Newman reconoce que las cosas están precisamente al revés: que Dios y el alma, el ser mismo del hombre a nivel espiritual, constituye aquello que es verdaderamente real, lo que vale. Son mucho más reales que los objetos que se pueden tocar.

Esta conversión significa un giro copernicano. Aquello que hasta el momento aparecía irreal y secundario se revela como lo verdaderamente decisivo. Cuando sucede una conversión semejante, no cambia simplemente una teoría, cambia la forma fundamental de la vida. Todos tenemos siempre necesidad de esa conversión: entonces estamos en el camino justo. (...)

Y más adelante recuerda y comenta:

En enero de 1863 escribió en su diario estas frases conmovedoras: «Como protestante, mi religión me parecía mísera, pero no mi vida. Y ahora, de católico, mi vida es mísera, pero no mi religión». (...)

Para sostener la identidad entre el concepto que Newman tenía de conciencia y la moderna comprensión subjetiva de la conciencia, se suele hacer referencia a aquellas palabras suyas, según las cuales – en el caso de tener que pronunciar un brindis –, él habría brindando antes por la conciencia y después por el Papa.

Pero en esta afirmación, «conciencia» no significa la obligatoriedad última de la intuición subjetiva. Es expresión del carácter accesible y de la fuerza vinculante de la verdad: en esto se funda su primado.

Al Papa se le puede dedicar el segundo brindis, porque su tarea es exigir obediencia con respecto a la verdad.

Espero que -desde luego entre los lectores de este blog- haya más de un brindis por el Papa en las fiestas que se avecinan.


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