Se impone la esperanza—una fórmula para adormecer con sueños—sobre el hedor agrio de la sangre;
ya costumbreen la cotidianidad que la vulgarizarobándonos el debido asombro.
El tiempo hace las grietas del hábitoy alisa los pasados rompimientospara el rápido olvido,con el beneplácito de la desmemoria;en esa especie de crematorioque se construye con los símbolosque pretenden reconciliar crepúsculoscon las quebraduras de la época.
No sé congeniarme con lo transitadoy de la actualidad percibo otros aullidos que impiden la repartición fructífera de la aurora. Me han rechazado día a día con disímiles espejos para impedirme el asimiento a lo relevantey una jungla de dudas arroja contra la amnesiaaquello que, vanamente, me describe humano.
Pichy