Volvemos a las cámaras de vídeo que registran todo lo que algunas sensibilidades humanas no perciben, porque no pueden, porque no quieren. Como en una sicofonía. Uno ve una película como Benny's Video y ya sabiendo que la ha hecho Michael Haneke, se le empieza a poner mal cuerpo desde los títulos de crédito.
En este caso, se nos habla del lado oscuro del hombre en lo que atañe a su tendencia a eludir responsabilidades: el que se escinde en otro, por no aceptar su propia conducta y las consecuencias inevitables que ésta le reporta.
El comportamiento, por tanto, de aquel "loco" que no cree en sus propios actos, que mira hacia otro lado y que olvida. La presencia de ese "loco" en el caos de un orden perfecto en el cual nada sucede nunca y todo permanece inalterable.
Haneke trata el vacío en la conducta y no es su primera vez. La frialdad con que toma el testigo un hijo, directamente de su padre, como ya nos contó en tantas otras historias antes de ésta y también después. Haneke aborda la idea de la culpa, a su manera: la toma, la enseña y decide quedársela para no pasársela a sus personajes, seres huecos y sin alma que se pretenden reflejo de todos nosotros, quienes habitamos al otro lado de la pantalla de sus argumentos.
Un protagonista al que no le pasa nada: que es rico, que todavía no es adulto, que tiene una videocámara con la que lo registra todo, que asesina y que nada le preocupa porque sabe que nada le va a suceder.
No puedo evitar sentirme mal y seguir viendo sus películas.
La culpa la tiene Haneke.