Es indudable la calidad en el dibujo de Rubín. Crudeza, tonalidad, un dibujo que transmite la distancia temporal y el peligro mitológico de criaturas como Grendell el troll, por citar el más conocido sin caer en spoilers. La figura del héroe cuyas gestas perduran en el subconsciente a través del canto de los bardos es el motivo principal de la historia, y los trazos de Rubín, así como sus multiviñetas (trazo característico de su obra) trasmiten bien la sensación.
El dibujo me ha parecido sobresaliente, eclipsando el trabajo de Santiago García. Sin embargo, la historia es de sobras conocida, y no aporta nada nuevo. Nos deleitamos en el trazado de Rubín, pero un tebeo de más de doscientas páginas queda rápidamente finiquitado. En otras palabras, tienes la sensación de estar ante una joya pero te quedas insatisfecho.
Viendo el trabajo de Rubín y el de muchos otros puedo aventurar, sin embargo, que vivimos una época dorada en la ilustración de artistas españoles.