En la cultura amerindia, los hombres tenían que ser guerreros. Sin embargo, los gays eran considerados de "fuera de este mundo". Se les asignaba tanto el rol masculino como el femenino, por lo que se les llama "dos espíritus" o berdache, aunque este es inapropiado ya que viene del persa bardaj que significa "prostituto". Eran los chamanes de las tribus, otorgando tanto asistencia médica como espiritual.
Para ellos, el poder espiritual era algo inherente a ser gay y significaba que preferían un rol femenino, y especialmente el sexo anal. Cualquier hombre heterosexual podía tener sexo con el chamán sin que se cuestionase su hombría. Es más, tener una "esposa" o amante gay era un gran honor que aumentaba tu estatus social en la tribu. Todos debían llevar un traje con elementos masculinos y femeninos para denotar su condición.
A pesar de que lo normal es que el "dos espíritus" fuera un hombre, también había mujeres homosexuales. La diferencia es que los hombres solían tener relaciones con ambos sexos, mientras que las mujeres solo con otras mujeres. Por lo demás, también podían ejercer como guerreras.
No se les consideraba homosexuales, sino como un tercer o cuarto género más intuitivo, sabio y habilidoso. A los niños homosexuales se les enseñaba los trabajos de los "dos espíritus", como ser curandero, artesano o narrador así como el dominio de los poderes místicos y psíquicos.
Con la llegada de los europeos a América, los berdaches fueron desapareciendo junto con las tribus amerindias al tiempo que se extendía la homofobia.
Fuente: Spirit alembic,