En un especie de monográfico de la revista "Pasajes" (en concreto e Nº59 y que trata entera sobre el estudio OMA) se le hacía una larga entrevista a Rem Koolhaas en la que nos contaba sus experiencias y relaciones con la ciudad de Berlín.
Nos muestra con ellas su interpretación acerca de la memoria histórica de los pueblos y de cómo es necesario convivir con el recuerdo de lo que ha sucedido aunque solo sea para no volver a repetirlo. Durante un tiempo a Rem, tras el concurso de la Postdamer Platz se le negó la entrada a la ciudad de Berlín debido a sus posturas "amorales o acríticas pero en las que el acto de interpretar, representa en sí un paso importante hacia una posición crítica."
Este extracto de la entrevista no tiene desperdicio, a través de ella podemos comprender su interpretación de lo que es el deconstructivimo a partir del análisis histórico de los sucesos de la ciudad:
> En su libro S, M, L, XL hay un texto sobre "El Muro de Berlín como arquitectura", tu primer proyecto, localizado en Berlín y realizado a principios de los años setenta. ¿Podrías hablarnos de él?C- A principio de los años setenta yo era aun un estudiante, y para mi concluía un periodo en el que miraba la arquitectura muy inocentemente. En concreto se trataba de un optimismo relacionado con la liberación de la humanidad del que además la arquitectura podía participar. Yo era escéptico frente a esas ideas, y en vez de visitar las villas mediterráneas o los pueblos de pescadores Griegos para "aprender" (como hizo la mayoría en aquel entonces), decidí simplemente fijarme en el muro de Berlín como una obra arquitectónica, documentándola e interpretándola. Para averiguar cuál era su verdadero poder. Fue una de las primeras veces en las hice verdadero trabajo de campo. No sabía prácticamente nada de Berlín ni del Muro, y muchas de las cosas que descubrí en aquel momento me impresionaron de verdad. Por ejemplo, no podía imaginar la manera en la que Berlín Occidental estaba efectivamente encerrado por el muro, llamaban "libre" al Berlín Occidental, mientras que la parte oriental, mucho mayor, del otro lado no se consideraba libre. La segunda sorpresa fue el descubrir que el muro no era en realidad un solo objeto, sino un sistema compuesto de diversas partes que en conjunto abarcaban un área gigantesca: construcciones que fueron destruidas, partes de edificios intactos, otros que fueron absorbidos o incorporados; además había muros adicionales, algunos realmente masivos y modernos, otros frágiles. Uno de los aspectos más interesantes fue descubrir cómo el muro adoptaba en cada situación unas características diferentes.
> Cómo se transformaba permanentemente.C- Exacto. Estaba también muy relacionado con el contexto, porque en cada uno de los dos lados tenía un aspecto diferente y se adaptaba a distintas circunstancias. También fue para mí una primera confrontación descarnada con el lado poderoso y horrible de la arquitectura. Desde entonces he sido acusado de adoptar posiciones amorales o acríticas, pero personalmente creo que el acto de mirar, de interpretar, representa en sí un paso importante hacia una posición crítica.
> ¿Qué te parece la completa desaparición del Muro, el hecho de que fuera completamente borrado de la ciudad?C- A principio de los 80 hicimos una serie de concursos para Berlín que anticipaba la caída del Muro, propuestas para "el día después" en busca de un nuevo comienzo sin necesidad de eliminar todas sus huellas...
> ¿El edificio del IBA?C- Si, pero no el edificio actual. En uno de los primeros concursos empleábamos muros para excluir el impacto del muro, una situación mucho más abierta e interesante. Solo mediante la proliferación de los muros era posible convivir con el Muro. Proponíamos que la zona del Muro se convirtiera finalmente en un parque, como una especie de área protegida de la ciudad. Desde aquella experiencia siempre me ha llamado la atención que lo primero en desaparecer después de la caída del Muro fueron precisamente todas las huellas. Creo que es una locura borrar una parte tan importante de nuestra memoria, y no en el nombre del desarrollo comercial o inmobiliario, sino movidos por pura ideología, lo cual resulta trágico. La paradoja es que esta vía nos ha conducido a una "situación china" completamente incomprensible.
Nos cuenta de sus impresiones sobre la cúpula del Parlamento de Foster, de la que nos dice que "Colocar una coronación a un edificio con una historia tan increíblemente ambigua es inocente, o perverso. Por lo tanto es una circunstancia con una gran carga emocional. Muchos funcionarios ahora comenzar a darse cuenta de que los ministerios dónde tiene que trabajar son antiguos edificios nazis, con toda la ansiedad que ello supone, y con la necesidad de exorcismo que supone... pero, ¿acaso el acero y el vidrio sirven para expulsar los malos espíritus?"
Por último nos habla de su interpretación de la ciudad de Berlín como un vacío que era el valor primordial de la ciudad, una ciudad sin centro dónde muchas veces nos encontramos grandes descampados en el propio casco histórico. Tras el derribo del muro, las autoridades han hecho caso omiso a este valor espacial de la ciudad que es producto de la memoria histórica. Construyendo en cada solar, se está perdiendo la única ciudad de vacíos que existía en la actualidad, se pierde la identidad de la propia metrópolis.