Besugos

Por Jcbarona

Como soy muy contradictorio espero que no os parezca mal que continúe escribiendo, tanto como me de la gana, pensando esta vez en alcanzar la cantidad de publicaciones del 2012 e incluso superar las 69 del año 2011 que yendo a este ritmo tengo tan a mano. Quizá para dejarlo en punta, que es como se tienen que dejar las cosas, y tirarme desde allí, o no dejarlo nunca. Los que podéis abandonarme o abandonar la lectura y comentario de mis menudencias sois vosotros en cualquier momento con mi absoluta e inservible bendición.

Me han encantado los comentarios de mis tres lectores al articulo anterior, habéis leído bien, tres, que parece de risa pero es para llorar después de tantos años. Soy un tío estupendo, raruno, variopinto y estimulante, lo sabía, pero lo quería leer en vuestro vocabulario. Gracias desde lo más profundo, que en algunos está a flor de piel.Dicho lo cual paso a comentaros lo importante que me parece a la hora de conversar con alguien escuchar con atención lo que dice asegurándote de que ha terminado de soltar, cada vez, todas las palabras que necesite, demasiadas casi siempre, ya lo sé. Esto me ha pasado a mí por lo menos una vez hace como tres o cuatro años. Una mujer, psicóloga de profesión, en el vestíbulo de no importa que edificio me hacia preguntas y después esperaba mirándome en silencio a que soltara por esta boca que Dios me dio. Yo esperaba que me interrumpiera, como hacemos todos, pero no, allí seguía ella impertérrita y en respetuoso silencio haciendo, por una vez, completamente innecesarias todas las muletillas que tengo, y tienes tú seguramente, del tipo: «y con esto termino, y esta es la conclusión, y ya no te aburro más, y déjame terminar, y espera que estoy hablando yo, y nos estamos alejando del tema, y…» que intoxican tanto la comprensión.Que por qué pensaba yo ayer en eso, no viene al caso. Pero es un ejercicio que te propongo y me propongo para el fin de semana. Cállate un poco, haz pocas preguntas, mira con interés a tu interlocutor, guarda el teléfono, y asegúrate pero desde el silencio, de que el que tienes delante vomita todos y cada uno de sus argumentos. El resultado te y le sorprenderá, aportando a las absurdas conversaciones de siempre, auténticos diálogos de besugo, una utilidad en términos de comprensión humana completamente en desuso.
Dirás, qué exagerado, puede, pero hazme caso, házmelo hasta el final a poder ser.