Continuamos nuestros relatos de #BetisLeaks abriendo un frente distinto. Dejamos aparcado momentáneamente el hilo comenzado con Benito Villamarín, que podrán seguir leyendo en próximos capítulos, y continuamos con este otro no menos llamativo.
No, no se confundan queridos lectores, no vamos a hablarles de Emilio Butragueño ni del Real Madrid.
Nuestra historia de hoy versa sobre una de las presidencias más escandalosas e hipócritas de la ya centenaria Federación Andaluza de Fútbol, la que tuvo como protagonista al dirigente bético Carlos Alarcón de la Lastra.
El Sr. Alarcón fue presidente de la por entonces denominada Federación Regional Sur en junio de 1921. Junto a él, Julio Irizo y Gil Gómez Bajuelo como lugartenientes. Los tres fueron además presidentes del club verdiblanco a finales de los años diez y principios de los veinte. Alarcón y Bajuelo tienen además el dudoso honor de pertenecer, por derecho propio, a la denominada cariñosamente por nosotros Peña del Pollo.
–¿Qué club tiene allí más público?–inquerimos.
–Hay que reconocer que tiene más “claque” el Sevilla.
Como veremos en las siguientes líneas, el objetivo de Alarcón en el cargo, lejos de ser el general de la defensa de sus afiliados y de la propia región a la que representaba, sería exclusivamente torpedear al Sevilla F.C. y tratar de conquistar en los despachos para su club, el Real Betis Balompié, el sitio que su impotencia ante el eterno Campeón de Andalucía le condenaba a ocupar, un año sí, y otro también, en el campo: el de los perdedores.
Se da la curiosa circunstancia de que el mandato federativo de Alarcón es comúnmente celebrado por todos los hagiógrafos verdes, que aplauden sonoramente sus tejemanejes antisevillistas desde el sillón presidencial de la FRS con el espurio propósito antes comentado. Casualmente, esos mismos hagiógrafos son los que se rasgan las vestiduras quejándose de que el Sevilla F.C., según ellos, tuviese dominada para sus propósitos a la federación. No les preocupa ninguna supuesta antideportividad ni otros valores supremos, como hipócritamente defienden para atacar al Sevilla F.C. sin ningún fundamento. Lo que les fastidia es que a su Real Betis Balompié no se le permitiera mangonear lo suficiente. Fuera ya las caretas.
Pero prosigamos con nuestra historia.
Antes de ocupar la presidencia de la Federación Sur, el trío de marras –Alarcón, Irizo y Bajuelo- ya formaba parte de su junta directiva. En septiembre de 1920 dos de ellos son entrevistados para el semanario deportivo Madrid Sport:
Don Carlos Alarcón De la Lastra y don Julio Irizo Pacheco, ambos directivos del Real Betis Balompié y de la Federación Regional Sur, están sentados ante mí en una mesa del “Lyon d’Or”
(…)
Mis interlocutores, nuestros huéspedes de tres días, por el doble carácter que antes dijimos, son personas de significación en el fútbol andaluz, y por ello creemos serán interesantes sus opiniones sobre aquél.
–La afición de Sevilla está ahora mejor que nunca.
Antes, una sola Sociedad, el Sevilla FC, tenía monopolizado el fútbol; ahora, que somos dos en la palestra, y con la rivalidad consiguiente, hay más lucha, más pasión, más vida.
Además, se progresa en todos sentidos; verdad es que todavía se aplaude más el inútil aparato de algunas jugadas, en vez de considerar su resultado práctico; pero la “galería” va progresando rápidamente, y esperamos que pronto nuestro público serán tan entendido como en las regiones de larga historia futbolística.
–¿Qué club tiene allí más público?–inquerimos.
–Hay que reconocer que tiene más “claque” el Sevilla.
–¿Y el público “bien”?
–Es asimismo sevillista; pero ese dato no significa nada, porque esa clase de público va siempre al club donde encuentra más comodidades y ventajas; por eso es generalmente de los clubes más antiguos, que son los que por razón natural tienen sus campos en mejores condiciones y reciben la visita de más equipos forasteros.
–Y, aunque me figuro que serán malos como en todos sitios, dígame algo de los árbitros.
–Allí son peores.
El mejor, y créanos que no nos ciega la pasión, es Carmelo Navarro Hurtado.
Francisco Javier Alba Alarcón, también entiende bastante…cuando no arbitra al Sevilla FC.
Los demás en activo nulos.
–Con la Federación estarán conformes, puestos que ustedes son federativos.
–Por lo menos, ahora hay la ventaja de que el Sevilla FC, el Real Club Recreativo de Huelva, y nosotros, Real Betis Balompié, tenemos allí el mismo número de votos.
Uno por cada club y otro por un club de segunda cada uno.
–(¡¡ Oh, los clubes de segunda categoría ¡¡) ¿Y ese representante de la prensa? **Gil Gómez Bajuelo (a) “Squizo”**
–Cómo exigimos que sea periodista “verdad”, esto es, que figure en nómina en su periódico, no hay más que uno en ese caso, y éste siempre se limita a seguir las corrientes generales de opinión.
Hay quien dice que se inclina algo al Sevilla FC.
–¿Entonces éste tendrá mayoría?
–Podemos asegurarle que no.
Entenderán que esa contundencia final era toda una declaración de intenciones. A nadie escapaba que ese representante de la prensa, Gómez Bajuelo, pertenecía también a la filas verdiblancas llegando a ser incluso, como dijimos antes, presidente del Club. Tres béticos frente a un máximo de dos directivos por cada uno del resto de equipos. Todo atado para poder apuntar a “su” diana: el Sevilla F.C.
En mayo de 1921 Carlos Alarcón es elegido presidente del Real Betis Balompié acompañándole con puestos de vocales sus viejos compañeros de viaje, los Sres. Irizo y Bajuelo.
Sólo un mes más tarde, en Junio de 1921, se celebró en Sevilla la asamblea anual de la Federación Regional Sur de Fútbol, en la que se constituyó la nueva junta directiva en la que correspondía ocupar el cargo de presidente a un representante del Real Betis Balompié, como anteriormente había ocurrido con el Recreativo de Huelva y el Sevilla FC. Dicho representante fue el presidente bético Carlos Alarcón de la Lastra al que acompañaba la siguiente junta directiva:
Presidente: Carlos Alarcón de la Lastra (R. Betis).
Secretario: Juan Otero (Sevilla FC).
Tesorero: José Pérez Pernil (R. Huelva).
Vocales: Julio Iriso (R. Betis), Gregorio Navarro (R. Huelva),Rafael Peña (Nacional FC).
Representante de la prensa: Gil Gómez Bajuelo (R. Betis).
En menos de un mes Alarcón se hace con la dirección del Real Betis y de la Federación Regional Sur. Los Sres. Irizo y Gómez Bajuelo a su vera.
Nuevamente se designaba como representante de la prensa a su viejo amigo Gil Gómez también conocido por Discóbolo o Squizo. Pero además, en la asamblea para la nueva directiva regional se vulneraba la norma acordada por la Federación Nacional por la que:
“No podían enviar delegados a las Asambleas regionales nada más que aquellas Sociedades que hubiesen participado en el campeonato de la temporada anterior”.
Lo anterior se debía al reiterado abandono que hacían algunos clubs en los campeonatos regionales cuando se veían sin ninguna posibilidad de ganarlo y por tanto de jugar el campeonato de España. En Andalucía esta norma sólo se cumplió en el caso del Español de Cádiz, pero no en el del Recreativo, pese a que ambos se habían retirado en plena competición la temporada anterior. Los tres representantes béticos más los dos onubenses se adueñaban de la Federación Regional.
Todo estaba preparado en la Sur para combatir al poderoso ogro blanco en los terrenos de juego, el que un año tras otro se hacía con el Campeonato Regional, el único que representaba a Andalucía en el Campeonato de España: el Sevilla F.C.
No esperó mucho el nuevo presidente de la Federación Sur para enseñar sus credenciales y propósitos. En la asamblea de la Federación Nacional quiso desposeer del título de Campeón andaluz al Sevilla F.C.
“También, y al tratarse el pleito de Andalucía, el delegado de la Sur pretende se anule el campeonato de aquella región a consecuencia de haber actuado en el mismo el jugador Spencer, que tomó parte a principio de temporada en el campeonato de Asturias, y también por algunas anormalidades en la actuación del Sevilla F.C. Es desechada su propuesta, por entender que tan sólo atañe a la Federación regional y no es pleito a resolver por la Asamblea”.
Carlos Alarcón, representante de Andalucía en la asamblea Nacional, quiso esgrimir los mismos argumentos que días antes había usado el Athletic Club de Bilbao, tras salir derrotado en la semifinal del Campeonato de España: alineación indebida de varios jugadores sevillistas. La citada norma era válida para el campeonato nacional, pero no para el regional, como así se encargó de recordarlo la asamblea federativa.
Fue aquella temporada 1920/21 muy convulsa en los despachos con continuas y reiteradas cacicadas que consiguieron, entre otras cosas, la retirada del F.C Barcelona del Campeonato de España al considerar tremendamente injusto que la final del Campeonato de España, que debía celebrarse en Sevilla, se trasladase a Bilbao.
La decepción por el cambio de sede para la final se agravó con una nueva muestra de prepotencia de la Nacional, al conceder de forma antirreglamentaria la expresa petición del Athletic Club para disputar los dos partidos de la semifinal en Madrid, transgrediendo una vez más la normativa que dictaba que debía celebrarse un partido en Bilbao y otro en Sevilla. El Athletic Club se opuso a viajar a Sevilla para jugar el partido de ida, aduciendo los mismos argumentos que un año antes había utilizado el FC Barcelona- la larga distancia - entre ambas ciudades.
Después, tras caer derrotados por el Sevilla en la semifinal y en una nueva maniobra desde la capital, el equipo vasco consiguió la descalificación del Sevilla, por una alineación indebida de cuatro jugadores sevillistas, basándose en el mismo reglamento que ellos vulneraron para no desplazarse a Sevilla a disputar la eliminatoria.
El Sevilla nunca cedió los puntos antes de jugar, según correspondencia enviada desde el propio Club sevillista, y solo conoció la descalificación tras los dos partidos en los que salió victorioso (4 a 2 y 1 a 1). Los vascos, en su creencia de que serían superiores, accedieron a jugar, y solo tras la derrota acudieron al ente federativo ganando en los despachos lo que no pudieron ganar sobre el terreno de juego.
La final de esa Copa de España que debió jugarse en Sevilla y con la presencia en ella del Sevilla F.C., se jugó en Bilbao y la ganó el Athletic Club vizcaíno ante su propio filial o equipo sucursal, el Athletic Club de Madrid, por un comodísimo 4 a 1.
Sin apoyos en su propia federación, poco más podía hacer el club blanco que dejar un cartel de prestancia como pocos equipos dejaron en Madrid con un juego de muchos quilates, conocido como la Escuela sevillista, que maravilló a toda la prensa convirtiendo al equipo andaluz en uno de los mejores de España. Alarcón no pudo arrebatar al Sevilla F.C. el Campeonato de Andalucía con idea de “buitrearlo” para su club, pero no movió un dedo para pelear por los intereses del fútbol andaluz que teóricamente debía defender.
Si el Sevilla hubiese jugado esa final, perdida en los despachos, no sólo podría haber alcanzado en 1921 su primer título nacional, para el que era favorito, y más si se hubiera jugado en casa, sino que, con independencia del resultado, bien como campeón o bien como subcampeón, habría entrado por derecho propio años más tarde en la Primera División del Campeonato Nacional de Liga.
Ahora nos cuadra por qué presumen tanto en Real Betis Balompié por haber sido los primeros de Andalucía en jugar una final copera y en debutar en la Primera División. Ambos “honores” se los arrebataron torticeramente en los despachos al Sevilla F.C. La venganza blanca posterior, en forma de títulos de los de verdad, de los que suman en el palmarés, sería descomunal.