UNO (8 DE FEBRERO)
La nueva y esperada serie creada por las mentes detrás de la excelente Breaking Bad (2008) -Vince Gilligan y Peter Gould- ofrece un primer capítulo hasta cierto punto continuista. El empaque de esta ficción es prácticamente el mismo que el de la serie protagonizada por Bryan Cranston. Para mí, la gran pregunta es si Better Call Saul se va a conformar con ser un anexo de su serie madre -con mucho fan service, ahí están los cameos de personajes de BB- o si acabará adquiriendo su propia personalidad. Por ahora, creo que el primer capítulo apunta en una buena dirección.
Las similitudes de Better Call Saul con Breaking Bad, son innegables.
Comparten escenarios, personajes y también el look, gracias a esa fotografía de colores llamativos tan característica. También tiene esta serie el mismo ritmo narrativo de BB. Ambas cuentan sus historias visualmente, sin abusar de los diálogos, con largas secuencias silenciosas más cinematográficas que televisivas en un (casi) estricto orden cronológico. Esto se puede confundir con ese ritmo lento que los -pocos- detractores de BB suelen esgrimir para justificar no haber visto una obra de tanta calidad.Esta pericia para narrar con imágenes la encontramos muy depurada en Better Call Saul. La primera secuencia, en blanco y negro, dura varios minutos y no tiene diálogos.
En una escena posterior, vemos una sala de juzgado en la que todos esperan a alguien. Tampoco hay diálogos hasta que descubrimos que se trata de Saul, que ensaya su defensa en un baño. Tras su alegato en sala, el fiscal -sin decir palabra- saca un televisor en el que veremos una prueba contundente contra los jóvenes que defiende Saul. Ese ritmo pausado -que no lento- mantiene -y exige- nuestra atención. Tiene además una finalidad cómica. El tono de Better Call Saul tiende ligeramente más hacia la comedia que Breaking Bad.