Lo dejo caer siempre que reseño una serie y ahora mismo no será excepción: la “era dorada de las series” es un concepto que lejos de implicar un momento de gloria para la calidad artística de la producción televisiva indica un momento de irrupción violenta de la lógica industrial en este nicho que supo prometer una alternativa muy fuerte a lo que se estaba convirtiendo el cine mainstream norteamericano. Aburro diciéndolo siempre, pero me arriesgo; es necesario remarcarlo cuando toca hablar de una serie como Better Call Saul, una de esas representantes de la verdadera buena televisión estadounidense. Y si nos ponemos a pensar, era fácil fallar con el spin-off de Breaking Bad tanto como era fácil vaticinar un desastre que sólo buscaba recoger más ganancia del fenómeno masivo de la serie madre (no es casualidad que el término spin-off sea un concepto devenido del mundo empresarial), sin embargo Gilligan ha sabido direccionar el show hacia nuevos espacios y nuevas interrogantes completamente desafiantes para el espectador. ¿Qué es Better Call Saul? Cometimos el error que sería una vez más la historia de un hombre echándose a perder en su tambaleante camino entre el bien y el mal (esa esperada transformación de Jimmy en Saul), para finalmente descubrir que lo que vemos en realidad es la historia de un hombre conociendo y aceptando su propia naturaleza. La figura de Atticus Finch, protagonista de Matar a un Ruiseñor, aparece allí como referencia poética para desmontar el mito del abogado bueno y eliminar de la ecuación la inútil dicotomía entre el bien y el mal.
Better Call Saul. Temporada 3. Desmontando a Atticus Finch
Publicado el 04 julio 2017 por Criticasen8mm @Criticasen8mmLo dejo caer siempre que reseño una serie y ahora mismo no será excepción: la “era dorada de las series” es un concepto que lejos de implicar un momento de gloria para la calidad artística de la producción televisiva indica un momento de irrupción violenta de la lógica industrial en este nicho que supo prometer una alternativa muy fuerte a lo que se estaba convirtiendo el cine mainstream norteamericano. Aburro diciéndolo siempre, pero me arriesgo; es necesario remarcarlo cuando toca hablar de una serie como Better Call Saul, una de esas representantes de la verdadera buena televisión estadounidense. Y si nos ponemos a pensar, era fácil fallar con el spin-off de Breaking Bad tanto como era fácil vaticinar un desastre que sólo buscaba recoger más ganancia del fenómeno masivo de la serie madre (no es casualidad que el término spin-off sea un concepto devenido del mundo empresarial), sin embargo Gilligan ha sabido direccionar el show hacia nuevos espacios y nuevas interrogantes completamente desafiantes para el espectador. ¿Qué es Better Call Saul? Cometimos el error que sería una vez más la historia de un hombre echándose a perder en su tambaleante camino entre el bien y el mal (esa esperada transformación de Jimmy en Saul), para finalmente descubrir que lo que vemos en realidad es la historia de un hombre conociendo y aceptando su propia naturaleza. La figura de Atticus Finch, protagonista de Matar a un Ruiseñor, aparece allí como referencia poética para desmontar el mito del abogado bueno y eliminar de la ecuación la inútil dicotomía entre el bien y el mal.