Biblioteca de las Artes, un lugar para ser una persona-libro | Laura Nivela

Publicado el 18 septiembre 2018 por Iván Rodrigo Mendizábal @ivrodrigom

Por Laura Nivela

(Publicado originalmente en sitio web de la Universidad de las Artes, Guayaquil, el 29 de enero de 2018)

Biblioteca en construcción. Foto tomada de http://www.uartes.edu.ec/Biblioteca-de-las-Artes-un-lugar-para-ser-una-persona-libro.php

Muchas veces sucede que el acercamiento de una persona a la literatura/lectura se da desde el momento en que sus manos tocan por primera vez un libro intencionadamente, cuando no solo toca con las manos y los ojos, sino, también, cuando lo huele o escucha el sonido de sus páginas al pasar. Como por ejemplo cuando las manos de Montag, el personaje principal de la obra Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, llevada al cine bajo el mismo nombre por François Truffaut, abren el libro y él empieza a leer de manera tenue las primeras líneas de un ejemplar robado, fascinándolo a tal grado que empieza a dudar si los libros deberían estar prohibidos o tal vez fuera mejor que existan bibliotecas para tenerlos. El autor cumple su labor: muestra que la lectura y el poder de un libro ponen en cuestionamiento a la sociedad que rodea al protagonista. La paradoja se encuentra en que la misma persona que se encargaba específicamente de quemarlos acaba por salvarlos. En su resistencia al poder, acaba escapando al bosque donde se ocultan los hombres-libro: personas dispuestas a memorizar y preservar toda una obra completa, que recitarán para cuando la literatura y el pensar estén a salvo y puedan volver a ser publicados, haciendo inútil la quema de libros.

La Biblioteca de las Artes es un lugar seguro para los hombres-libro: los puedo imaginar jugando en las escaleras eléctricas, los puedo escuchar recitar y reír en mi mente. Los veo en el fuego, entre los sonidos agudos de las máquinas, construyendo junto a los trabajadores, entre las bóvedas doradas o acompañando cada paso del caminante. También los imagino afectados, tristes, desesperados, han dejado rastros de sus manos en los ascensores. El interior del edificio de la Biblioteca de las Artes ubicado entre la calle Aguire y Pichincha se mantiene de color blanco, con extensas paredes de vidrio, con una gran vista al centro de la ciudad. Todos nos vemos chiquitos, como hormigas, los trabajadores y los estudiantes, los veo apurados, corriendo de un banco a otro, siempre con poco tiempo. Me veo mirando el rio, parada desde una gran terraza que quema mis pies. Un hombre-libro corre detrás de mí, giro rápidamente y lo único que logro ver son sus zapatos, baja las escaleras. El sonido desaparece: llegó a la puerta de la Biblioteca. En las entrañas ardientes de la ciudad nadie nota que he entrado y que he salido del edificio siendo alguien completamente distinta.

El edificio que inicialmente se erigió para que funcione como el ‘Banco del Descuento’, más tarde sede de la ‘Superintendencia de Compañías’, fue construido por el arquitecto checo Karl Kohn en el año 1954. Este edificio fue un ícono en el sistema financiero del Ecuador no solo por su moderna construcción que rompía el estilo neoclasicista de Guayaquil de inicios del siglo XX, sino que además contó con la primera escalera eléctrica del país. Ahora dicho edificio está siendo rehabilitado para ser un espacio destinado a la educación superior en artes, respecto a ello, Natalia Tamayo, coordinadora de la Biblioteca, comenta: “…es un proyecto interesante, más aun implantar una biblioteca en un espacio o edificio patrimonial que representa una historia para el Ecuador, que tiene una estructura arquitectónica planteada diferente, los tintes de modernidad del edificio, y luego porque fue banca, la reutilización de los espacios en beneficio de la ciudadanía, hace de cualquier proyecto un reto y más aún si está ligado a la gestión cultural”.

El nuevo espacio de la UArtes se caracterizará, entre otras cosas, por ser la primera Biblioteca en el centro de Guayaquil con libre acceso a los libros, es decir, las personas podrán tomar el libro directamente de las estanterías sin intermediarios. La Biblioteca contará con una colección general 10.233 libros más el archivo histórico del diario ‘El Telégrafo’ que contiene 1.369 tomos de impresos desde 1886, y 1´400.000 fotos del siglo XX, una colección especializada en artes y literatura de 21.277 publicaciones, además cuenta con el Fondo Presidencia de la República del Ecuador con 1394 libros, 1325 audiovisuales y 50 pinturas, y el Fondo Romoleroux con alrededor de 3.001 libros.

Pero esta Biblioteca no será únicamente una biblioteca, sino un centro de medicación cultural. Hay varios proyectos interesantes destinados a coexistir: distintos y llamativos espacios, programas artísticos que cohesionarán todos nuestros sentidos y a diferentes públicos.

También, la prioridad es hacer un lugar inclusivo y dinámico para las personas con capacidades especiales, proveyéndoles de los espacios y actividades adecuadas. Se realizarán talleres de experimentación y concienciación, como comenta Tamayo: “los talleres de experimentación se llevarán a acabo de manera que los usuarios de nuestra biblioteca sepan cómo es tener discapacidades y tener que enfrentarse a un mundo nocivo y, a partir de esas experiencias de impacto, esperamos podamos trabajar algunos puntos innovadores que nos permitan planificar para el 2019 programas inclusivos y fondos bibliográficos específicos”.

Los siguientes pisos de la Biblioteca de las Artes constarán con salas de lectura, hemerotecas, mediatecas, servicios técnicos, galería de arte, aulas de estudio e investigación, aulas de trabajo en grupo y áreas de integración. Una de las mayores preocupaciones de los alumnos son las áreas de estudio, según Nicole Coronado, estudiante de la carrera de Literatura, “me preocupan los espacios de estudio porque cada vez estamos creciendo más y debemos pensar donde podemos estudiar. Gran parte del cuerpo estudiantil pasa la mayor parte del día dentro de la Universidad, entonces, de muchas maneras, la Biblioteca es la promesa y la materialización de ese espacio que nos está haciendo tanta falta (…) me parece interesante que cada carrera tenga su espacio, desde los de teatro hasta los de música y que literatura pueda tener un lugar para leer y escribir. La Biblioteca es un lugar para todos”.

Efectivamente, la Biblioteca es una promesa y la materialización de un espacio para la activación de la memoria y el intercambio de conocimientos y saberes, donde miles de libros serán agrupados y clasificados uno detrás de otro, contando con cada letra una historia y una mente distinta. Los ciudadanos podrán unirse a la caminata de la lectura y sentir las distintas texturas y vivencias entre cada hoja y sílaba.

Tal y como comenta Natalia Tamayo, sobre la reutilización de edificios patrimoniales, es una manera de repensar los espacios, las condiciones y los planes a futuro de todo un colectivo. El edificio que alguna vez fue un punto para la gestión bancaria-financiera, ahora es un punto para la gestión de las artes.

Debo recalcar, amable lector, que no debes tener miedo de convertirte en una futura persona-libro en este espacio patrimonial restaurado para la aventura en un “bosque de palabras”. El proceso de la lectura es una exploración permanente por lo que te invito a apropiarte para intervenir este espacio de pensamientos y diálogos. Recorre los pasillos de la Biblioteca, descubre sus distintos espacios, sonidos, texturas y olores. La biblioteca es un libro abierto y público para el beneficio de la sociedad, ubicada en el centro de esta ciudad bicentenaria.