Bicicletas sin pedales para niños: nuestra experiencia

Por Una Mamá (contra) Corriente @Mama_c_corrient

Cada vez es más frecuente ver por nuestras calles bicicletas sin pedales para niños.

Cuando Mayor tuvo edad de empezar a motorizarse, no se llevaban. Pero en los últimos años es muy habitual encontrarlas en nuestras plazas y parques. Casi diría que más que las de toda la vida.

¿Qué es mejor: una bici de equilibrio (que creo que es la denominación oficial) o la tradicional bicicleta con pedales?

En este post de hoy os cuento lo que sé al respecto y cuál es nuestra experiencia.

¿Cuál es el fundamento de las bicicletas sin pedales?

Hasta ahora lo habitual era que los pequeños empezaran con una bicicleta clásica, con pedales, que durante sus primeros años de vida utilizaban con ruedines.

La idea es irlos subiendo progresivamente de modo que el peque cada vez tuviera que hacer más equilibrio hasta que un día pudiera prescindir de las dichosas ruedecitas. Aunque en muchos casos, al quitar los ruedines el aprendizaje empezaba casi desde cero.

Porque hay que reconocer que aprender a pedalear con ritmo como para que la bicicleta se mantenga equilibrada tiene su miga… y en eso el uso de ruedines no ayuda demasiado.

Las bicicletas sin pedales están pensadas para empezar a utilizarse desde edades muy tempranas. Pongamos unos 2 añitos, aunque ya sabéis que esto depende mucho del interés del peque y de sus habilidades motoras, que con estas edades difieren mucho de un niño a otro.

Son bicis que no llevan pedales ni tampoco ruedines.

Estas bicis de equilibrio son bastante más ligeras que las bicicletas clásicas y, además, mucho más pequeñas, de forma que el niño hace pie perfectamente.

Con este tipo de bicicleta el peque se va impulsando con sus pies, cada vez con mayor seguridad y recorriendo una distancia mayor.

Guardando las distancias, éste tipo de bicis tan modernas tienen cierto parecido con las famosas motos para niños, sólo que al tener una rueda normal de bicicleta obviamente obligan al niño a aprender a equilibrarla. A cambio del esfuerzo extra, le ofrecen la posibilidad de alcanzar velocidades mucho mayores que con una moto de juguete.

Ventajas de una bicicleta sin pedales frente a una con pedales 

Con una bici tradicional hay dos aprendizajes: el de pedalear y, posteriormente, el de guardar el equilibrio.

Con la bicicleta sin pedales para niños, lo primero y fundamental es aprender a equilibrarla, algo que se hace de manera progresiva y natural, casi sin ser conscientes de ello.

El niño al principio apenas avanza porque se da cuenta de que la bici se bambolea, pero poco a poco adquiere seguridad y equilibrio y, como decía antes, llega un momento en que recorre grandes distancias a una velocidad más que considerable con el mero impulso de sus piernas.

Por eso, muchos profesionales consideran que estas bicis modernas ayudan al niño a mejorar sus habilidades psicomotoras, muy especialmente el equilibrio y la orientación.

También se valora que el niño aprenda a tomar decisiones desde muy pequeñito y a ser consciente de los límites de su cuerpo y de cómo sus movimientos influyen en la bicicleta.

Los niños que consiguen montar en las bicis sin pedales con soltura adquirieren una mayor independencia y autonomía que los que luego deban iniciar este proceso al dejar los ruedines atrás, al menos en teoría.

Una vez que el peque es capaz de llevar la bici sin pedales en perfecto equilibrio, el siguiente paso sería que aprendiera a frenar con seguridad. No sólo con los pies sino también con el freno del manillar, que muchas de ellas llevan. Hay que tener en cuenta que cuando pase a los pedales, no va a frenar con la fuerza de sus piernas sino coordinando la mano con el mecanismo del freno y sabiendo cómo va a reaccionar la bici cuando éste actúe.

El paso siguiente, ahora sí, sería ponerle pedales a la bici. De hecho, la mayoría de las bicis de este tipo permiten acoplarlos sin ninguna dificultad.

En teoría, el paso de la bici sin pedales a una con pedales es sencillo porque el niño ya ha adquirido la competencia más importante: la de saber guardar el equilibrio.

Nuestra experiencia con la bici tradicional

Mayor empezó con una moto de juguete, de las de toda la vida.

Me imagino que muchos padres os sentiréis identificados si os digo que acabamos cogiéndole bastante tirria de tanto cargarla. Porque, sí, el niño se la bajaba todos los días a la calle, pero cuando se cansaba, había que cargarla. ¡Y pesaba un quintal!

De la moto pasamos a la bicicleta con ruedines.

En ligereza no ganamos nada. A pesar de que la bici en teoría es de una buena marca y desde luego no fue nada barata, pesa lo que no está escrito.

Y con los ruedines puestos hay que tener en cuenta que no es fácil maniobrar para entrar en el ascensor o pasar por una casa tan pequeña como la nuestra.

Es decir, que con la bici con ruedines tampoco es que ganáramos mucho en facilidad de transporte. Más bien lo contrario.

A Mayor le costó un poco aprender a pedalear. Al principio pedaleaba al revés. Y, lógicamente, la bicicleta no se movía del sitio. Costó muchas tardes de frustración conseguir que aprendiera a pedalear hacia delante.

Pero una vez que lo logró, la sacó mucho partido y, la verdad, llamaba la atención lo deprisa que conseguía ir a pesar de la limitación de los ruedines.

Una tarde, sin mediar palabra, cogió una bici más grande de un amiguito del parque, sin ruedines, se montó en ella y echó a pedalear como si lo llevara haciendo toda la vida.

Es decir, que en nuestro caso no se produjo esto que dicen que tras quitar las ruedecitas hay que pasar un nuevo aprendizaje.

Nosotros esperábamos que le costara bastantes tardes, igual que le costó pedalear. Pero no fue así. Como os digo: se montó en la bici como si tal cosa y hasta hoy.

No sé si decirlo muy alto pero de esto hace ya un par de años y no se ha caído nunca.

Para él, montar en la bici con pedales y sin ruedines no supuso esfuerzo alguno, lo hizo con total naturalidad. Sin haber pasado previamente por una bici de equilibrio.

Así que simplemente le quitamos los ruedines a su bici y ¡a pedalear!

Nuestra experiencia con la bici de equilibrio

El Peque primero heredó la moto de su hermano. Que si su hermano la usó mucho, él aún más. Vamos, es que no salíamos de casa sin ella.

Como a su hermano mayor le costó tan poco pasar a la bici sin ruedines, y era realmente pequeño cuando dejó de usarlos, a Mayor le compramos una bici nueva más grande por su cumpleaños y el Peque heredó la de su hermano, a la que le volvimos a poner los ruedines.

Nuevamente pasamos la pesadilla del pedaleo: no había forma de que aprendiera a pedalear hacia delante. ¡Le costó semanas!

Así que al final muchos días el Peque prefería sacar la moto o el patinete que coger la bici.

Porque, además, cuando consiguió pedalear hacia delante, parece que el esfuerzo que le costaba mover la bici no le motivaba nada. Quizá es porque la bici pesaba mucho y él tenía poca fuerza, no lo sé, lo cierto es que nunca le entusiasmó.

Hay que reconocer que nuestro patinete Micro Maxi mola mucho, es un duro rival frente a la bici. Y no sólo para los peques, sino para nosotros también, porque la facilidad de su transporte no tiene nada que ver.

Casualidades de la vida, al cabo de unos meses nos regalaron una bici de equilibrio. Obviamente al principio la cogía todos los días por la novedad, pero no le llegó a enamorar. Es cierto que podía ir en ella más deprisa que con la moto y desde luego mucho más que con la bici con pedales heredada de su hermano. Pero no se llegó a enamorar de ella como sí lo está del patinete.

Así que a día de hoy tenemos aparcadas las dos bicis, tanto la de equilibrio como la pequeña con pedales y ruedines. Y lo que solemos bajar casi siempre es el patinete.

No le veo nada motivado a coger ninguna bici y, como nosotros no somos de forzar, ahí están para cuando quiera probar de nuevo.

En principio, dado que la bici sin pedales que tenemos nos parece ya muy pequeña para él, nuestra idea es quitarle los ruedines a la que tiene heredada, de modo que si algún día quiere bici, que aprenda ya a pedalear sin ayuda de equilibrio. Pero, como os digo, prisa no hay y creemos que la motivación debe partir de él.

Hasta aquí nuestra experiencia con las bicis sin pedales para niños. ¿Qué experiencia habéis tenido vosotros? ¿Os encantan? ¿Las recomendáis o ni fu ni fa como nosotros?

Foto | KidsBalanceBikes