Pryvitannie siabry! (Hola amigos). Y por fin llegamos a Bielorrusia!
Después de coger el vuelo en Estambul, aterrizamos a las 0300am en Minsk, pasamos el control policial (no hace falta hacer visado si vienes por vía aérea) y tras las preguntas de rigor, (no llevábamos el seguro obligatorio ni nos lo pidieron) nos sellaron el pasaporte.
En otro control de policía nos hicieron depositar en una mesa todo el dinero que llevábamos encima y pasamos el equipaje sin problema. Todo ok!
En una oficina de cambio de moneda en la planta superior, una funcionaria nos atendió de mala gana poniendo problemas a los billetes, finalmente nos cambió 200eu. a regañadientes, listo, spasiva y que te den.
Un taxista después de regatearle la tarifa nos llevó x 100byr (29eu) a la capital, a casi 50km.del aeropuerto.
Hicimos el check-in a las 0400am, descansamos unas horas en el Willing Hotel que reservamos por su web.
El hotel se encontraba ubicado en un barrio alternativo, con graffittis en los muros de unas antiguas fábricas y cercano al centro, desayunamos en uno de sus cafés y comenzamos a recorrer la ciudad.
Nos dirigimos por la vulika Lienina, pasamos por el Estadio de fútbol llegando a la estación de trenes y autobuses para ver y preguntar por los horarios a Mir y a Brest.
Ya hacia el centro por la Avenida de la Independencia, vimos edificios emblemáticos como la delegación del gobierno con la estatua de Lenin, el antiguo KGB... bellamente restaurados (esta avda. es tentativa de Patrimonio de la Humanidad por su riqueza arquitectónica).
Entramos en los famosos almacenes Gum, con un interior fastuoso pero con ropa bastante anticuada a la venta.
En uno de los pasos subterráneos para cruzar las avenidas, le compramos a una viejita entradas para ver un espectáculo de ballet (20 eu x persona platea fila 10) en los próximos días y poder ver el interior del Teatro de la Opera Bolshoi, aunque también hacen visitas guiadas aparte.
El casco antiguo se encontraba repleto de iglesias. Era un lugar agradable para pasear o salir de copas por la noche. Más allá, junto al rio Svislach, el barrio de las Lágrimas.
Primeras impresiones muy positivas de un interesante país anclado en la era soviética.
A pesar de no saber apenas ruso, la gente ayuda como casi siempre y vamos saliendo al paso.