Un laberinto de cal y agua se resuelve en grácil jeribeque
bajo el sol de Bienvenida. Aroma morisco y agrario en la serenidad de sus
aljibes. Reina el silencio en la lumbrarada del mediodía y el pueblo
es una isla flotante en la quietud de la inabarcable llanura, amarilla de trigo
y sol. Bienvenida, canción y aire mudéjar.