"La manipulación consciente e inteligente de los hábitos organizados y las opiniones de las masas es un elemento importante de la sociedad democrática. Aquellos que manipulan este mecanismo invisible de la sociedad constituyen un gobierno invisible que es el verdadero poder gobernante de nuestro país ... "Estamos gobernados. Nuestras mentes son moldeadas, nuestros gustos formados, nuestras ideas sugeridas, en gran medida por los hombres que nunca hemos oído hablar”.En 1928, un joven llamado Edward Bernays escribió estas palabras en un breve libro que muchos consideran como el advenimiento de la descripción de las relaciones públicas modernas. El libro se titula modestamente Propaganda (hoy lo tacharían de conspiranoico). Las Relaciones Públicas (PR) son ampliamente entendidas como el flujo de información entre un administrador (ya sea un individuo u organización) y el público. Disfrazado por esta definición, la práctica puede parecer bastante benigna, hasta que empezamos a desempacar la gran cantidad de trucos que las empresas de relaciones públicas recurren habitualmente en sus constantes esfuerzos por manipular la opinión pública. Muchas de estas técnicas se concibieron por primera vez en la primera mitad del siglo XX por uno de los pioneros, Edward Bernays. El sobrino de Sigmund Freud, Bernays se sintió fascinado por las teorías de su tío sobre la naturaleza humana y los impulsos instintivos. Mientras que Freud había postulado que las fuerzas primitivas sin control dentro de los seres humanos podrían conducir al caos y la destrucción, Bernays tomó estas mismas teorías y las aplicó al mundo de la publicidad con el fin de profundizar en la comprensión del comportamiento del grupo. A través de su estudio y aplicación del psicoanálisis de Freud, desarrolló muchas de las técnicas de persuasión de masas que vivimos hoy en día.
Cualquiera que sea la actitud que uno elija hacia esta condición, sigue siendo un hecho que en casi todos los actos de nuestra vida cotidiana, ya sea en la esfera de la política o los negocios, en nuestra conducta social o nuestro pensamiento ético, estamos dominados por un número relativamente pequeño de personas, que entienden los procesos mentales y el patrón social de las masas. Son ellos los que mueven los hilos que controlan la opinión pública, que aprovechan las fuerzas sociales e idean nuevas formas de enlazar y dirigir el mundo. (Propaganda, Bernays)