Descanse en paz, don Luis, y seguro que en el cielo, cuando usted entrara ayer por la puerta grande, San Pedro o el mismo Dios le recibieron al grito de "¡Bienvenido, Mister Berlanga!"
Descanse en paz, don Luis, y seguro que en el cielo, cuando usted entrara ayer por la puerta grande, San Pedro o el mismo Dios le recibieron al grito de "¡Bienvenido, Mister Berlanga!"