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Leía esto a raíz de un articulo acerca de las tesis de Fukuyama sobre el fin de la historia que, hace ahora 25 años, predecía un mundo encaminado a la perdida de las ideologías y del valor de éstas como acicate del movimiento y el progreso social.
Esos dos pulmones, los de los dos polos del mundo antiguo (comunismo y capitalismo) me los llevo sin rubor hacia mi entorno, mi pequeño mundo de las personas.
Esos dos polos los asemejo metafóricamente con permiso de JPII la emoción y a razón. Una estrecha y necesaria Interrelación que la inteligencia emocional ha llevado a la palestra de la actualidad. Una combinación equilibrada donde no hace falta medir con un reloj la cantidad de tiempo que dedicas a tu lado derecho o izquierdo cada día que pasa. Simplemente ahí esta, ando nuestros instintos o dejándolos correr.
Robert Spaeman, otro de los grandes filósofos contemporáneos alemanes, hablaba de que estamos en la era de la gente corriente. Y yo, gente corriente como el que mas, preocupado en el papel de la persona por encima de la sociedad, ya que este es su valor inicial y final, y que entronca este pensamiento en torno a la marca personal, asumo sin paliativos este principio.
¿Significa que estamos en la era del individualismo?
Nada mas lejos de la realidad. Estamos en la era de la personas, de los que reclaman dignidad frente a ideologías, partidos y asociaciones cuyos fines (cumplir un fin político, económico o social) escapa al valor de las personas y por tanto a su servicio único como misión colectiva.
Esos vestigios de pasado hoy son una herramienta para dividir a las personas y no para unirlas, y cuyo único objetivo social es el de perpetuarse en el poder a costa del enfrentamiento y el reparto selectivo de prebendas y privilegios.
Estamos en la era de la gente normal, de la gente corriente. La globalización y el entorno 2.0 han otorgado un nuevo papel a la personas, ahora protagonistas.
Abajo las viejas estructuras y sus rancias razones. Arriba las personas, reclamemos nuestro lugar allí donde no se nos permite. Necesitamos una nueva sociedad que respire con los dos pulmones.