Bienvenidos a Nunca Jamás

Por Conmdemamá @CONMDEMAMI

En octubre cumplo 39 años. 

Dicho así, a bocajarro, suena grande, largo, mucho, viejo y algo difícil de digerir. Sin embargo, y si tengo suerte, mi vida no ha hecho más que empezar y tengo las mismas ganas que hace casi 39 años de comerme el mundo con un poco de helado cremoso de limón y virutas de chocolate.

Los 39 años han pasado más rápido de lo planeado, al menos de un tiempo aquí. De pronto, miro lo vivido y soy consciente de que tengo capítulos para escribir una serie de televisión de ésas que duran toda una vida, por peculiar, por intenso y porque ya son casi 39 años repletos de historia. La mía y la de los míos.

De lo hecho no me arrepiento de nada, creo. De lo no hecho, tampoco, al menos hoy por hoy. Sigo soñando como cuando era niña, despierta. Me gusta imaginarme cumpliendo mis metas, y a los míos felices, sanos y unidos. 

De lo vivido no borraría nada, por dolorosos o tristes que hayan sido muchos de los episodios, porque si soy quien soy es justo por esas batallas campales que he lidiado y por haber salido victoriosa de ellas, y más fuerte.

De quienes ya no están lo echo de menos todo, cada día y con la misma intensidad, y daría mis casi 39 por volverlos a tener y poder disfrutar con ellos otros 39 más. Como sé que su marcha es irreversible, los vivo en mi día a día y los pienso y adoro a cada ratito. No es consuelo, pero ayuda a que la tristeza sea más llevadera.

A día de hoy, con un cuerpo algo más viejo, o menos joven, sin canas, pero con arrugas grabadas a fuego de sonrisas y lágrimas, sigo inventándome juegos, cantando a grito pelado, bailando cuando nadie me ve o cuando suena una canción que me gusta y me ve todo el mundo, disfrutando de saltar en los charcos, jugando a guerras de agua, comiendo dulce a escondidas, riéndome a carcajadas por tonterías, llorando de emoción con cualquier cosa. A día de hoy, con el cuerpo menos joven, o algo más viejo, me reinvento a diario para no caer en la rutina, para no aburrir a mis sentidos, hago trastadas, me pongo nuevos retos, me entusiasmo fácilmente con cualquier nuevo proyecto, planeo cosas de chicas con mis amigas como cuando sólo era yo sin los míos, me gusta mirar la Luna llena y mojarme con la lluvia. A día de hoy, sin canas, pero con arrugas grabadas a fuego de sonrisas y lágrimas, sigo siendo pizpireta, exageradamente dramática, atrevida, cabezota, algo chula y muy llorona.

En octubre cumpliré 39 años. Y sigo siendo una niña. Una niña que ha crecido, se ha convertido en madre, y en maestra, pero que sigue viviendo en Nunca Jamás porque piensa que los adultos son muy, muy aburridos.

Ojalá que nunca, nunca, nunca dejemos de sentir pasión por las pequeñas tonterías que nos hacen reír, y que conservemos nuestro espíritu de niños toda la vida.

Una vez, hace no mucho, me dijeron que yo era como Peter Pan; y aunque el fin del comentario no era precisamente halagar, no saben que lo único que consiguieron diciéndomelo fue reforzar mi idea de que quiero seguir guardando esa pizquita de locura de niña que aún me queda. Hoy sé que ése fue uno de los piropos más bonitos que me han dicho en mis casi 39 años, aunque la intención fuera justo la contraria. 😉


Por muchos años más en el País de Nunca Jamás. 😝😊