Desde aquella sorpresa que fue ‘Shaun of the Dead’, Simon Pegg y Nick Frost se han convertido en unos cómicos conocidos gracias a su habilidad para juntar géneros en comedias inteligentes que exploran cada uno de los tópicos del Séptimo Arte. Lo que a día de hoy se conoce como la trilogía de sangre y cornettos (dos elementos comunes en sus películas) empezó con una parodia del cine de zombies y la seguía una revisitación de los tópicos de las películas de acción. Ahora íbamos a acabar con una que no sabíamos muy bien de qué iba pero parecía incluir robots alienígenas. Pero la verdad es que no me ha gustado demasiado.
La historia se centra en un grupo de amigos que entrados ya en la madurez deciden embarcarse por última vez en uno de sus sueños de juventud: recorrer todos los pubs de su pequeño pueblo bebiéndose una cerveza en cada uno de ellos hasta llegar al “Fin Del Mundo”, el último local de la población. Pero a medida que avanzan, los planes se van torciendo cuando descubran que algo extraño pasa en el lugar en el que crecieron.
Esa idea es el punto de partida de la película más floja del trío de Pegg, Frost y su director, Edgard Wright, que empieza bastante bien y acaba hundiéndose conforme pasan los minutos. La primera parte está bien, con una correcta presentación de todos los personajes entre los que destacan Martin Freeman, por cierto, y el argumento puede indicar que irán sucediéndoles cosas que complicarán su tarea. El problema es que a los cuarenta minutos no ha ocurrido prácticamente nada y no sabemos si eso va a terminar. Las conversaciones son muy poco sutiles al indicarnos que el núcleo de la historia es aceptar el paso a la madurez y no aferrarse a una juventud que quizá no fue tan brillante como nosotros la hemos idealizado, pero incluso eso se pierde pronto en la escena de los lavabos, donde el giro sea revelado de una forma que es brillante técnicamente, pero un desastre narrativo.
Está bien porque tienen más medios, y los efectos especiales son más decentes de los que algunos pensarían que podría tener una película de este tipo, pero no sirven de nada para una historia que de pronto se antoja ridícula. ¿Seguir con el recorrido por los bares mientras una horda de robots alienígenas nos invaden? Podría funcionar, pero sólo si se hubiesen buscado una forma más coherente de narrarlo. Lo que entendemos es que continúan haciéndolo porque, qué narices, la película va precisamente de eso, y si no, pues no podemos acabar el guión, y las escenas empiezan a estirarse, los giros a sucederse, y tú te quedas con la sensación de que alguien debería haber tirado el guión a la basura a partir de la parte de la discoteca.
La parte en la que llegan al Fin del Mundo y los dos amigos se pelean es ridícula, suponemos que quieren volver al conflicto del paso a la edad adulta, pero la forma en la que está desarrollada es muy floja, y crees que esa escena sobra en una película a la que se puede calificar como “Sin sentido”. Para cuando se enfrentan al enemigo final de la cinta, la conversación es larga y aburrida, y nos preguntamos dónde quedó la genialidad de Shaun of the Dead. Bienvenidos al fin del mundo es un refrito de las dos anteriores, entremezclando sus argumentos pero dejando fuera toda la chispa, gracia y originalidad de las mismas, cayendo bajo no sólo para lo que esperábamos de ellos, sino para una comedia en sí. Una lástima que no hubiesen pasado unas pocas semanas más reescribiendo el guión, porque todo lo demás funciona a la perfección, pero esto no vale nada si lo que me vas a contar ni siquiera parece estar terminado.