Bienvenidos al infierno

Por Noeargar
Gili Meno, Indonesia. 13 de noviembre 2011
Hasta 38 volcanes, algunos de ellos inactivos, salpican la orografía de la isla de Java, centro administrativo y financiero de Indonesia donde se concentran las mayores riquezas del país acompañadas de sus inseparables miserias. Una isla densamente poblada (*) que convive en equilibrio con alguno de los volcanes mas peligrosos y fascinantes del planeta.El volcán Ijen, es uno de esos lugares, peligroso e inerte, fuente de destrucción y generador de recursos agrícolas y riquezas minerales al mismo tiempo, donde la lógica invita a alejarse, pero la curiosidad incita a entrar. Un infierno ajeno al hombre e incompatible con la vida.Con apenas 2800 metros, el volcán Ijen, situado al Oeste de la isla de Java es fácilmente accesible desde la población de Bondowoso, un apacible lugar rodeado de plantaciones de café y aguas termales. Desde este punto, y tras una pequeña caminata de hora y media por una pendiente pronunciada y constante se alcanza el borde superior del cráter donde el fuerte olor a azufre y la densa neblina apenas dejan respirar. En el fondo del abismo, entre la nube provocada por los gases que se estancan en las paredes laterales del cráter, se eleva una enorme fumarola de dióxido de sulfuro junto a un gran lago de aguas turquesas, una de las aguas más acidas del mundo. Un enorme y apocalíptico escenario, bello y peligroso a la vez.Es en este lugar sin vida, donde desafiando toda lógica decenas de personas trabajan junto a gases altamente tóxicos, un aire envenenado que irrita la garganta, enturbia la vista y afecta irremediablemente a los pulmones. Sin ninguna protección esperan a que por las tuberías fluya un líquido viscoso de color naranja que al enfriarse se convierta en un sólido mineral de color amarillo. Placas de azufre que posteriormente serán utilizadas en multitud de procesos industriales: fábricas de plásticos, fármacos, baterías, fungicidas… Obtenidas las piezas de azufre los mineros preparan las cargas en rudimentarios cestos de bambú de hasta 80 kilos para ser porteados fuera del cráter, recorriendo la brutal pendiente con todo el peso sobre uno de sus hombros hasta el anillo del cráter donde por fin poder respirar con algo de normalidad antes de continuar por las laderas resbaladizas varios kilómetros más abajo donde solo una vez entregada su carga podrán obtener por su esfuerzo sobrehumano infecciones pulmonares, posibles lesiones en la espalda y unos 4 euros con los que apenas poder sobrevivir. Tan solo los mas fuertes serán capaces de llevar dos cargas antes que las nubes vespertinas cubran el volcán y hagan imposible acceder de nuevo al fondo del cráter hasta el día siguiente cuando de nuevo vuelvan a descender al infierno por un mísero salario en una nueva lección de sacrificio y resignación. De valentía y estupidez. De riqueza y miserias. De belleza y destrucción.(*) Si Java fuera un país por densidad sería el segundo más poblado

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