Big 95, el tsunami que arrasó el levante español

Por Ireneu @ireneuc

¿Tsunamis en el Mediterráneo?

Cuando hablamos de tsunamis, lo primero que se nos viene a la mente son las repetidas imágenes del tsunami de Indonesia del 2004 o las del tsunami que afectó la costa japonesa de Fukushima en 2011. Estas imágenes, suenan a algo lejano, sobre todo desde las tranquilas orillas del Mediterráneo occidental, en las que difícilmente podrá ocurrir una situación similar. Sin embargo, "difícilmente" no significa "nunca" y el hecho de que nuestras costas no tengan ni una cuarta parte del riesgo que tienen las costas japonesas, no significa que no exista, porque, de hecho, los ha habido... ¡y de hasta 15 metros de altura! ¿Quién dijo que el Mediterráneo era una balsa?
21 de mayo de 2003, 20.44 horas. Un terremoto de magnitud 7'3 en la escala de Richter en la costa cercana a Argel -a 350 km al sur de las Islas Baleares- destrozó la costa argelina produciendo 3500 muertos. Paralelamente, el terremoto produjo un tsunami que, desplazándose a unos 300 km/h impactó contra las costas de Palma de Mallorca a las 21.41h. con una ola de marea de 2 metros de altura. Tal vez le  pueda parecer poco en comparación con los del Pacífico, pero le aseguro que no pensaron lo mismo los propietarios de los más de 100 barcos hundidos y las entidades portuarias que tuvieron que arreglar los desperfectos ocasionados en los muelles.

Daños en Ibiza, el 2003

Este tsunami, simplemente es un ejemplo de los que nos podemos encontrar en el Mediterráneo occidental producidos por movimientos sísmicos. Sin embargo, los terremotos no son de la única forma en que se pueden producir en esta -apriori- tranquila parte del Mare Nostrum, sino que también se pueden producir por derrumbamientos submarinos, ya sean producto de la actividad humana -como el ocurrido en Niza en 1979 (ver Niza 1979, la historia de un tsunami)- o ya sean naturales, como el que se produjo hace 11500 años frente las costas de las Islas Columbretes y que se ha dado a llamar por los geólogos como Big 95. Si sabemos que "Big" significa "grande", ya se puede imaginar por donde van los tiros.

La plataforma es ancha y somera

Frente a las costas de Castellón, la plataforma continental es muy somera y se extiende hasta los 70 km mar adentro con unas profundidades que difícilmente llegan a superar los 100 metros. Las Islas Columbretes (ver La ignota joya volcánica de la Isla de las Serpientes) marcarían el límite de esta plataforma, a partir de la cual profundizaría abruptamente hasta llegar a los 1800 metros de profundidad en menos de 20 km.

Zona del desprendimiento

Este pronunciado desnivel es tierra abonada para que los sedimentos, que procedentes de la desembocadura del Ebro durante los últimos 23 millones de años se han ido depositando en la plataforma continental, se desestabilicen por causas internas (gases, sobre todo) o cualquier mínimo movimiento sísmico, generando aludes que movilicen por el fondo marino unos volúmenes inimaginables de sedimentos. Esto mismo es lo que pasó en el Big 95.

Tsunami Japón 2011

En esta avalancha, y aunque se desconozcan las causas exactas, se puso en movimiento 26 km3 de derrubios submarinos a más de 100 km/h, que traducido a algo conocido sería 8 veces el volumen de agua que puede contener el Embalse de La Serena, actualmente el más grande de España. La sacudida que en el mar supuso tal barbaridad de tierra en movimiento de una tacada implicó una ola de 8 metros que impactó contra la isla de Ibiza a los 18 minutos de generarse. La Bahía de Palma recibió la "visita" de una ola de 4 metros a los 27 minutos, aunque Santa Ponça la recibió de 9 metros, debido a las reverberaciones en su bahía. Sea como sea, no fue el sitio que recibió la peor embestida del mar.

Castellón quedó bajo las aguas

La costa de Castellón, a pesar de quedar a sotavento del desprendimiento, a los 64 minutos colisionó contra una ola de 9 metros. Podría pensarse que más o menos como Ibiza o Mallorca, pero debido a lo somero de la plataforma continental, la energía de la ola tuvo que ganar en altura lo que no podía ganar en profundidad y produjo un retroceso de las aguas antes del impacto de unos 6 metros, que se tradujo en un muro de agua de 15 metros contra las playas levantinas. Simplemente el acabose.
A pesar de que en aquel momento el nivel del mar estaba un poco más bajo que el actual, los lugares que ocupan las actuales ciudades costeras de la Costa Azahar (Castellón, Orpesa, Borriana, Benicàssim...) quedaron totalmente arrasados por la ola gigantesca, llegando incluso a afectar la costa sur de Tarragona, ya que el tsunami habría barrido completamente lo que pudiera existir en superficie del Delta del Ebro en aquellos momentos. 

Tsunami  de Tailandia 2004

Respecto las pérdidas humanas, no se tiene certeza de si afectó a algún grupo humano, pero no se descarta, ya que la tendencia a ocupar el litoral levantino está largamente documentado durante los últimos milenios y, debido a la falta de aviso previo, lo habrían tenido francamente difícil el salvarse de semejante monstruo natural -aunque tampoco hay que menospreciar sus potencialidades, claro (ver El sexto sentido de los caníbales con cara de perro).
En definitiva, el Mar Mediterráneo, al menos el que nos toca más cerca, nos puede dar la impresión de que es poco más que una charca caliente donde meter los pies en verano, sin embargo, la linea roja entre el infierno y el paraíso es tremendamente fina y nuestra denostada naturaleza mediterránea tiene golpes escondidos que mejor será que no tenga muchas ganas de enseñarnos.

Aquí es poco probable, pero no imposible


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