Cuando llegó a las instalaciones del Liverpool quiso empaparse de su historia. Bien es cierto que él mismo decía que la historia es pasado, pero también eran pasado la base y la identidad del club. Llego a decir que los únicos que podían ignorar la historia eran los indígenas y que si los foráneos como él (era escocés) querían sobrevivir debían conocer la historia del club. Ésta actitud hizo que rápidamente se ganase los corazones de The Kop. Cada vez que perdía sentía que fallaba a su afición y se sentía tan cerca de ellos que contestaba personalmente a las cartas de los aficionados que llegaban a su despacho de Melwood. Una curiosa anécdota que define perfectamente ésta mutua conexión se dio en una ocasión en la que, durante un partido en Anfield, un policía retiro una bufanda del Liverpool que se encontraba en el suelo, Shankly lo recriminó diciéndole: “No haga eso. Esa es nuestra fuerza para vivir”.
Shankly y los jugadores entrenando en Melwood
Era un hombre carismático y con una influencia enorme sobre su cuerpo técnico. No se dejaba dominar por nadie y tomaba las decisiones que iban a beneficiar al club con mano de hierro. Los que le conocieron dicen que no era un hombre de extensos discursos sino todo lo contrario. Su forma de ver y entender el fútbol era tan sencilla que se podría resumir en otra de sus míticas frases: “Pásale la pelota a la camiseta roja que tengas más cerca”.Fue un pionero en su forma de entender, ver y vivir el fútbol. No creía en el trabajo físico, pensaba que al fútbol se jugaba con el balón y por eso, aceptando de buen grado la iniciativa de Joe Fagan, todos sus entrenamientos, tanto los físicos como los que no lo eran se realizaban en torno a un principio que para él era vital y clave: TENER EL BALÓN. Para él también eran muy importantes cualidades como la habilidad, el ingenio o la picardía. Llegó a pintar porterías en las viejas paredes de la ciudad deportiva para que sus chicos ensayasen el disparo a portería. Era muy meticuloso en un aspecto: sus futbolistas. Los mimaba mucho. Por poner un ejemplo, tras los entrenamientos iban todos juntos al autobús del equipo, de Melwood a Anfield, y allí comían todos juntos, de esta manera controlaba a sus futbolistas y evitaba las lesiones. Se trató de un método muy efectivo ya que siguiendo éstas pautas consiguió ganar la Liga Inglesa en la temporada 65/66 jugando con tan solo 14 jugadores. Ascendió al club en la temporada 61/62 y en muy poco tiempo empezaron a luchar por la Liga Inglesa, pero la cosa no quedó ahí. También consiguió tutear a los grandes de Europa e infundó por el viejo continente un gran respeto por la elástica del Liverpool, pero sobre todo y lo que más importante era para él se ganó el respeto y la admiración de su afición.
Su palmarés es más bien discreto pero consiguió hacer algo que no había hecho nadie antes: colocar al Liverpool en la élite del fútbol mundial. Sin duda eso le convierte a día de hoy en el entrenador más querido, admirado y respetado en la historia del club de Merseyside.
Éste hombre tenía tal repercusión mediática que tras el anuncio de su retirada en 1974 la afición red colapsó la centralita del club, incluso los trabajadores de las fábricas de Liverpool amenazaron con ir a huelga si no regresaba su héroe. Éste acontecimiento es inédito en la historia del fútbol mundial pero resume a la perfección el sentimiento de la afición hacia ese viejo escocés que había hecho tanto por ellos y por el club al que llevaban en su corazón.
Muchas anécdotas giran en torno al escocés, dicen que antes de los partidos hablaba a sus jugadores de boxeo para aislarles de la presión antes de saltar al campo. Era un excelente motivador y para que sirva de muestra contaré otra anécdota: durante un partido el jugador red Tom Smith se lesionó la rodilla, dijo a Shankly que no se encontraba en condiciones de seguir jugando y el técnico le dejó perplejo cuando le dijo: “Quítate el vendaje. Esa no es tu rodilla… ¡Es la rodilla del Liverpool!”
Dejó algunas frases célebres que han pasado a la posteridad y son conocidas por muchos aficionados al balompié aunque quizás hasta ahora desconocían su procedencia:
- “El futbol no es una cuestión de vida o muerte, es mucho más que eso. "
- "Esta ciudad tiene dos grandes equipos: el Liverpool y los suplentes del Liverpool"
- "Cuando no tengo nada que hacer miro la parte baja de la clasificación para ver cómo va el Everton”
- "Si el Everton jugara en el jardín de mi casa, cerraría las cortinas"
- “Si estás en el área y no sabes qué hacer con la balón, métela en la portería y ya discutiremos las alternativas más tarde."
- “También pasamos malos momentos: un año acabamos segundos...”
- "El problema con los árbitros es que conocen las reglas, pero no el juego".
- "¿Qué alineación voy a sacar? No voy a revelar un secreto como ése al Milán. Si por mí fuera, procuraría que no se enterase ni de la hora del partido"
- "La pelota no se cansa nunca”
- "Juega como si nunca pudieses cometer un error, pero no te sorprendas cuando lo hagas."- “Ninguna enfermedad me hubiera mantenido alejado de este partido. Si hubiese estado muerto, hubiera hecho sacar la caja, ponerla en la grada y hacer un agujero en la tapa”.- “El fútbol no es un juego para chistosos; si alguno de mis jugadores hace el payaso, lo envío directamente al circo”.
Quizás no sea el entrenador con mejor palmarés que haya estado en Liverpool pero marcó un punto de inflexión en la historia del club. Para muchos aficionados kopies su gran secreto fue lograr que sus jugadores cambiasen de mentalidad, convirtiéndolos en ganadores. Cogió un equipo deshecho y pocos años después de su retirada el Liverpool se convirtió en uno de los equipos punteros de Europa consiguiendo ganar cuatro Copas de Europa en ocho años y todas ellas a manos de miembros de su cuerpo técnico (3 consiguió Bob Paisley, una de ellas contra el Real Madrid de Camacho, Juanito o Del Bosque; la otra con Joe Fagan en el banquillo). Inculcó en sus jugadores y en el club una mentalidad y unos valores que aún perduran. Se retiró con la satisfacción de saber que había cumplido un gran trabajo y con la tranquilidad de saber que el equipo quedaba en buenas manos. El espíritu de Shankly caló muy hondo en la gente que trabajó con él e incluso tras su retirada y posterior muerte llevó al Liverpool una vez más a la victoria.
Tras su muerte el 29 de septiembre de 1981 el club hizo en su honor una estatua con la leyenda: “He made the people happy” en las inmediaciones del estadio.