No paro de leer y escuchar como se usa la palabra billones, en español, en referencia a lo que en el idioma de Cervantes, según la Real Academia de la Lengua son miles de millones, lo que me crea confusión y seguro que os la crea a muchos de mis lectores.
Como me parece que el proceso de incorporación de expresiones del idioma inglés al castellano que utilizamos todos es imparable, creo que ya es hora de que la Real Academia ponga fin a esta confusión. O nos volveremos locos.
Mi propuesta: que asumamos todos que billones por similitud con el inglés billions, quiere decir lo mismo que la expresión inglesa: miles de millones. Creo que hemos de aceptar esta incruenta derrota y aceptar que el inglés gana.
La Academia ya percibió hace tiempo que la expresión "mil millones" o en plural "miles de millones" era más farragosa que su contrincante inglesa ( billion o billions), y se inventó (buscadla en el diccionario) la expresión millardo para expresar mil millones. Pero no ha calado, siendo barrida del lenguaje habitual, y en especial el económico, por billion.
Aunque está claro que se adoptar ese término (billón) para expresar mil millones, habrá que ponerle otro nombre a lo que ahora la Academia entiende por un millón de millones. La solución es fácil: también aquí adoptar una expresión similar al inglés trillion, que expresa eso mismo.
Es decir, tendríamos tres términos a la hora de contar miles o millones:
No tengo muchas esperanzas de que la Academia me haga caso, pero sí que las tengo de que al menos a mis lectores les parezca una solución práctica y la adopten. Yo lo voy a hacer y trataré de contagiar a aquellos con los que me cruce.
Y un par de cosas más:
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en los decimales, estoy contra el uso del punto (.) en lugar de la coma (,). Es otro virus extranjero que, este sí, hemos de evitar. Yo escribo 23,47 y no 23.47. Y mucho menos, como a veces he visto: 2,456.35 para expresar 2.456,35 Aquí sí, ¡defendamos nuestra manera de hacer las cosas ante la avalancha anglosajona!
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y, dejemos de usar el anglicismo tarifas (adoptado del inglés custom tariff) y digamos, como está previsto en español y aprobado por la Academia, aranceles, para expresar los recargos a la importación de bienes del extranjero que ahora se están poniendo tan de moda debido al nuevo nacionalismo industrial que pretende implantar Trump.
Hay que dar al César lo que es del César (billions y trillions, y no millardos) y a Dios lo que es de Dios (aranceles).
Hace tiempo que tengo la tentación de escribir un libro en referencia a la multitud de errores gramaticales y de ortografía que observo cada día utilizados en escritos de empresa o a veces incluso de medios de comunicación. A lo mejor empiezo haciendo una serie de post en este blog, que podría titular El español bien escrito.
Ya veremos.