Biocultura ha recogido este fin de semana proyectos dispares pero unidos por la misma idea: El producto ecológico. El concepto Bio es más amplio que el ofrecer algo hecho con métodos tradicionales. La nueva filosofía de lo natural se concibe como una forma de vida más que de negocio y ha llegado para quedarse.
Por Carmen RodríguezErroneamente, los profanos tenemos una percepción muy básica del mundo ecológico y nos quedamos con su parte bucólica: Imaginamos prados verdes, familias trabajando en casa con sus propias manos y vendiendo su pequeña producción en el mercado de los domingos.
Si bien el origen fue la supervivencia, conseguir un sustento con los medios al alcance haciendo lo que se sabía hacer desde siempre, en zonas rurales aisladas de las grandes orbes por problemas de comunicaciones y malas políticas de industrialización (por una vez las malas medidas gubernamentales trajeron consecuencias positivas). Actualmente, la moda de lo natural, la preocupación por la salud (incluido el culto al cuerpo) la crisis económica, el nicho de mercado que supone (y que se va ampliando cada vez más) hizo que el concepto virase hacia rumbos ideológicos más profundos: Ya no basta con mejorar el producto: Hay que adaptar la tecnología a la producción,a las nuevas técnicas de márketing y canales de distribución y venta y ponerlas al servicio de lo ecológico para hacerlo comercialmente más competitivo, atractivo y asequible.
No es un satélite de la NASA, es una cocina solar.
El verdadero valor de lo ecológico:
Sin embargo el cambio sustancial es la filosofía común que subyace más allá de una alternativa de negocio. La idea que une a muchos de los expositores de esta feria está basada en valores profundos: Compromiso, responsabilidad, coopeeración y resistencia.
Compromiso con el medio ambiente, claro está, pero también con la comarca en la que viven, con los pueblos de alrededor, intentando conservar formas de vida que de otra manera se perderían. Cooperación con otros productores ecológicos, para ayudarse y complementarse, formando una especie de "holding" que les hace más fuertes en la consecución de un objetivo económico común, generando empleo en una zona y evitando su despoblación. Resistencia numantina ante el abrumador empuje de los imperios industriales alimentarios, defendiendo de forma coherente su parcela diferenciadora, deseando mantener su producción limitada porque crecer mucho les obligaría a buscar materia prima lejos de su zona y ser "infieles" a sus propios vecinos. Resistencia también ante los estrictos parámetros de obligado cumplimiento que la ley establece para conseguir los merecidos sellos de certificación . Y finalmente la responsabilidad: Con la educación nutricional, con nuestros hijos; las generaciones futuras: Porque nuestro deber es enseñarles a saber elegir lo que es mejor para su salud y que hay otras formas de alimentarse (en cuestiones nutricionales, como en casi todas las cosas importantes no todo vale).
Conseguir el mayor beneficio económico no es por tanto, el objetivo principal para estos expositores, algunos quieren que la calidad de sus productos no sea una clase de lujo asiático sólo al alcance de los ricos sino que tengan precios asequibles al público general.
¿Qué tienen en común un italiano, un navarro, un soriano , un gallego y un zamorano?
Qué para nada es el comienzo de un chiste malo.Un italiano y un navarro se unieron para fundar Pasta Martinelli, una microoperativa de economía social con base en Beriain (Nafarroa) que usa productos locales y propios (sémola blanca e integral de Aragón, Espelta y Centeno integrales de Navarra, Trigo Khorasan integral de Albacete, Alga Espirulina de Galicia) para confeccionar su pasta ecológica. Para darle forma (Fusilli, Maccheroni, Conchiglie y Nidos de Spaghetti y Tagliatelle) utilizan el prensado con trefila de bronce tradicional a baja temperatura. Así evitan la presencia de aire en la pasta, quedándo con una rugosidad y porosidad superior a la pasta convencional, mejorando su sabor y logrando que absorba más los condimentos y las salsas.
Huertos de Soria es un proyecto gestionado por las ONG Cives Mundi, Soria Futuro y por la Fundación al Discapacitado y Enfermo Psíquico de Soria, FADESS que recibió el Premio Alimentos de España 2015 a la Producción Ecológica, concedido por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente por su "plan de negocio, dinamizador del desarrollo rural y generador de empleo". Un galardón merecidísimo, pues consiguen con su labor la cuadratura del círculo del nuevo pensamiento ecológico. Su objetivo principal es dar trabajo a los colectivos que más dificultades tienen para entrar en el mercado laboral y al mismo tiempo fomentar la dieta saludable con productos de proximidad y ecológicos a través del cultivo de verduras y hortalizas en huertos cedidos de la provincia de Soria y la adhesión de agricultores comprometidos con el proyecto. Pero es que van más allá: La provincia de Soria es una de las que menos densidad de población tiene 8,95 hab/km2. y de las más envejecidas. Huertos de Soria se encarga de "visitar" minúsculos nucleos poblacionales, para hacer llegar a sus escasos habitantes productos frescos y variados a los que habitualmente no tienen acceso, luchando contra la despoblación rural y realizando al mismo tiempo una labor de acompañamiento y promoción de la salud que se solapa con la tarea pura del trabajo social.Todo ello enmarcado en una red de establecimientos adheridos (restaurantes y comercios) , grupos de consumo ecológico y una red de distribución y venta a través de su página web.
Un par de gallegos trabajaban para una gran empresa de helados industriales, donde se les exigía restringir la cantidad y calidad de la materia prima en aras de obtener el mayor beneficio económico posible. Aquello chocaba frontalmente con sus valores personales lo que les hizo replantearse su actividad profesional: La crisis de los cuarenta y la idea de trabajar por cuenta propia hizo el resto. Fundaron The Bio Factory, una empresa familiar gallega que elabora artesanalmente helados y sorbetes ecológicos, con ingredientes locales que encuentran en un radio de menos de 70 km. Así matan varios pájaros de un tiro: Apoyan a los productores locales, los ingredientes llegan frescos y se reduce la contaminación en el transporte.
Ahora son ellos los que deciden la cantidad de fruta que incorporan. Llegando a más de un 70%, lo que se refleja en la textura cremosa , difícil de conseguir en un sorbete (asombra el de mango) y en un sabor intenso y natural. Producto 0% mg, sin gluten, vegano, sin lactosa, sin huevo y sin proteína de leche de vaca, que encontramos en alguna heladería artesana como Mamá Elba en Madrid y en grandes superficies a precio asequible, pues otro de sus compromisos es el de promover una alimentación saludable para todos alejada de los aditivos de la industria alimentaria
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La olla hipster
Ya creía haberlo visto todo en cuestión de cachivaches culinarios hasta que en la feria me topé con esta asombrosa cacerola. Rizando el rizo de lo ecológico, Cazuelas de Zamora hace decenas de años que fabrica artesanalmente este producto increíble, hecho a mano uno a uno con arena blanca caolín y arcilla roja exclusiva de la zona, sobado a mano, moldeado en torno, cocido en horno de barro con leña local y tratado con miel de brezo a modo de barniz natural para sellar el poro. Sus componentes le confieren unas propiedades de dureza, resistencia al calor y durabilidad que permiten ser usadas directa e indistintamente en cocinas de gas o ¡vitrocerámica! Para cocinar en puchero como antaño pero con la tecnología actual. Resulta que su restringida producción es muy apreciada en países vecinos, vendiéndose toda en Francia e Italia siendo paradójicamente poco valorada y difícil de encontrar en nuestro país.
Hasta pronto: Salud y Ecología.