Bioética en la encrucijada

Publicado el 03 mayo 2012 por Alchavida
Hace apenas cuatro décadas que comenzó a utilizarse el término bioética, para referirse a las obligaciones del ser humano con el mundo de lo vivo (Potter). Y como señala César Nombela en este artículo  publicado el pasado 14 de marzo en ABC, "las posibilidades crecientes de la biomedicina y la atención sanitaria al servicio del hombre demandan que la práctica científico-médica se atenga a una forma correcta de obrar; por eso la bioética resulta esencial". Se entiende así que "la bioética no puede prescindir de la objetividad científica sobre la vida del hombre, aunque el establecer juicios de valor suponga un salto adicional, porque la vida del ser humano, su significación y su valor van más allá de lo que representa su propia naturaleza biológica".
Continúa en su artículo el profesor Nombela: "Expresiones como «interrupción voluntaria del embarazo», para referirse a la ruptura violenta del proceso de gestación y de comunicación madre-feto, o «vidas que valga la pena ser vividas», atribuyendo a un tercero la decisión de si alguien tiene derecho a vivir, suponen una forma de rebajar el alcance moral de actuaciones que antaño fueron consideradas como atentatorias contra la ética".
Por mucho que algunos se empeñen en definir la vida de forma convencional, la realidad del hombre se muestra cada vez más completa gracias a la ciencia. Una ética basada en el consenso, pero alejada de la verdad, está condenada al fracaso más estrepitoso.
También Benedicto XVI ha alertado sobre una "crisis de pensamiento" en la que el hombre se ve "rico en recursos, pero no igualmente rico en sus objetivos, el hombre de nuestro tiempo vive a menudo condicionado por el relativismo y por el reduccionismo, que llevan a perder el sentido de las cosas, casi ofuscado por la eficacia técnica, olvida el horizonte esencial de la necesidad de sentido, relegando la dimensión trascendente a la insignificancia".
Nunca habíamos tenido tanto y habíamos disfrutado tan poco.