Cuando un videojuego nos ofrece una sensación diferente que no hemos disfrutado anteriormente, nos engancha, nos encandila y lo exprimimos al máximo repitiéndolo si hace falta una y otra vez para poder sacarle todo el jugo posible y disfrutarlo hasta la saciedad… esa es la sensación que hemos tenido con Bioshock Infinite, la última entrega de la saga de videojuegos Bioshock, que tuvo una tremenda aceptación por el público en las anteriores dos entregas, que estaban ambientadas en Rapture y que mezclaban el género shooter con infundir cierto terror al jugador.
Si en algo se caracteriza toda la saga Bioshock de 2k Games, es por su gran ambientación y Bioshock Infinite no podía ser menos. Si Rapture estaba bajo el azul del mar, Columbia, ciudad en la cual se desarrollan todos los acontecimientos, se encuentra en el lado opuesto: suspendida en el aire y disfrutando de altas tecnologías y dispositivos aéreos que permiten el funcionamiento de toda la ciudad. Ésta fue pensada para funcionar como una “Exposición Internacional“, funcionando a base de globos y dirigibles de gran tamaño y de ahí que podamos ver constantemente referencias al gobierno estadounidense, ferias, zonas de ocio y entretenimiento, etc. Pero tras un grave incidente, la ciudad desapareció de la vista sin dejar rastro y ahora Booker DeWitt, un ex detective que fue expulsado del cuerpo por una actitud poco decorosa, ha sido enviado a la ciudad para completar una importante misión: salvar a la joven Elizabeth.
El comienzo del juego nos aporta sobretodo incertidumbre. Los sucesos se van ocurriendo sin saber muy bien por qué, hasta que aterrizamos en una ciudad suspendida en el aire, muy extraña y con gentes altamente devotas a un ser superior, un mesías al que siguen hasta el día de su muerte, porque lo consideran su salvador. En una atmósfera de total desconcierto, DeWitt se adentra en la ciudad e irá recogiendo cierta información de los lugareños y de unas máquinas esparcidas por el mapeado que, a base de escuetas escenas en blanco y negro, nos aportarán datos sobre los sucesos ocurridos y la gente más influyente de Columbia. Así pues, no tardaremos en averiguar dónde se encuentra cautiva Elizabeth, ni tampoco en meternos en problemas que harán que toda Columbia se ponga en nuestra contra.
La aventura por Columbia comienza fuerte
Desde luego, el inicio de por si ya es impactante y las constantes referencias al misticismo y la religión son un hecho en si mismas. Se ve muy claro el “yo contra el mundo”, que será la mecánica que llevaremos de principio a fin, peleando arma en mano contra todos aquellos que quieran frenar nuestro viaje hacia la libertad y a completar nuestra misión. Elizabeth no es una chica cualquiera, resulta que dispone de una serie de poderes que la hacen muy especial y que nos serán de gran utilidad durante la aventura.
Al contrario que otros videojuegos en los que tenemos que salvar a una persona o que nos acompaña y debemos evitar que sufra daños, en Bioshock Infinite no deberemos preocuparnos por nuestra acompañante, ya que no sólo se podrá cubrir las espaldas ella sola, sino que además nos ayudará en nuestros esfuerzos por salir de esa locura de lugar. Encontrará para nosotros munición, monedas y otros tipos de objetos útiles para mantenernos con vida. También podrá ayudarnos a abrir caminos, apoyarnos con torretas u otros mecanismos que nos permitan enfrentarnos de manera más cómoda a las hordas de enemigos que aparecerán para cortarnos el paso. Además, si caemos en batalla, ella nos hará volver a levantar perdiendo, eso si, algo de dinero en el proceso.
El poder del “afán recaudatorio”
Estamos ante un shooter en primera persona, por lo que ya podéis imaginar la dinámica de juego que seguirá: tiroteos constantes con o sin un motivo justificado entremedias del hilo de una historia. Contamos con cierta amplitud de escenarios y libertad para explorar todos los recovecos de los mapeados que recorramos (aunque en definitiva recorreremos el camino marcado por la misión principal). La cantidad de objetos que investigar es pasmosa y “el afán recaudatorio” se apoderará de nosotros, ya que el juego nos motiva a recoger todos y cada uno de los objetos o monedas que encontremos para comprar mejoras. Estas mejoras las podremos encontrar en las tiendas a lo largo de la aventura (mejoras tanto para las armas como para el propio DeWitt) y aunque los precios son un tanto elevados al principio, conseguiremos buenas cantidades de dinero gracias a nuestra compañera y a largos ratos de investigación.
Además de la misión principal de nuestra historia, tendremos posibilidad de cumplir ciertas misiones secundarias, las cuales obligarán en cierto modo a investigar palmo a palmo cada lugar de Columbia e incluso a retroceder en nuestros pasos. Podemos obviar dichas misiones, pero para poder conseguir al 100% el videojuego Bioshock Infinite tendremos que completarlas todas.
Las mejoras de DeWitt se centran en tres cosas fundamentales: el escudo, el cual nos ayudará a recibir ataques de los enemigos y salir airosos sin que nuestra salud corra peligro; como es de esperar, este escudo se irá debilitando según absorba ataques, por lo que es buena idea mejorarlo cuanto antes. En segundo lugar podremos mejorar nuestra salud, aumentando la barra de vida típica y por último, las mejoras se centran en las sales, un elemento muy interesante del juego que otorga una gran jugabilidad al mismo. Estas sales nos permiten utilizar los potenciadores, que podemos tomarlos como arma secundaria, ya que será nuestra mano izquierda la que ejecutará los ataques.
Armas y potenciadores, mano a mano
Dichos potenciadores los iremos recogiendo a lo largo del juego y son poderes para el personaje principal que le permiten atacar de diversas formas a los enemigos, ya sea con bandadas de cuervos agresivos o elevando a los enemigos por el aire para hacerlos vulnerables. El uso de estos potenciadores se deja a elección del jugador, pudiendo utilizar en cualquier momento el que considere oportuno, tanto por la situación como por el enemigo al que se enfrente. No todos los enemigos serán vulnerables al mismo potenciador, así que habrá que tener los ojos bien abiertos y memorizar sus debilidades.
Tendremos “a mano” un par de potenciadores activos en cada momento, pudiendo intercambiarlos a golpe de botón de manera muy sencilla, al igual que las armas, de las cuales podremos ir equipados con dos también. Para utilizar el resto de los potenciadores o elegir los dos que queremos tener activos, contaremos con un menú a modo de círculo en el que elegir con cierta agilidad. Las armas sin embargo, no se podrán guardar, sino que tendremos que trabajar con las dos activas, pudiendo ser intercambiadas con las que encontremos en los escenarios o quitemos a nuestros enemigos caídos.
La variedad de las armas es aceptable, no estamos tampoco ante un shooter al uso ni mucho menos, por lo que no esperéis que tenga una variedad armamentística como vemos en otros títulos bélicos del género. Dispondremos de armas de corto alcance, largo alcance, con mira, más rápidas, más potentes, menos, etc. y será el jugador quien elija cuáles equipar en todo momento. Por lo general la munición no escasea si hacemos buen uso de ella, por lo que tampoco será un gran problema. Pero si esto ocurre, no debemos olvidarnos de los ataques cuerpo a cuerpo de DeWitt, los cuales serán verdaderamente efectivos contra los enemigos más débiles. No todo es atacar y por ello, para poder aumentar nuestras defensas, contaremos con equipamiento que nos dará diferentes beneficios, como por ejemplo quemar a un enemigo con ataques cuerpo a cuerpo o amplificar la potencia del escudo ingiriendo alimentos, entre otras cosas.
Como comentábamos anteriormente, los objetos a conseguir son muy numerosos y nos llevará su tiempo en el juego poder encontrarlo todo. Algunos de los objetos que encontremos tendrán efectos beneficiosos para nuestra salud o para recuperar sales, pero tendremos que ir con ojo porque no todo lo que es bueno para una cosa lo es también para la otra. Robar también tendrá sus consecuencias, recordando en cierto modo esta idea a juegos de rol como por ejemplo Fable. Elizabeth tiene cierta habilidad para abrir cerraduras y podremos encontrar tesoros suculentos si nos hacemos con las ganzúas necesarias para que ella nos ayude.
La falta de enemigos verdaderamente temibles
Por otro lado, los enemigos del juego no son verdaderamente variados, aunque sí que tendremos unos cuantos diferentes, pero se denotan enseguida repetitivos y previsibles. Bioshock Infinite pierde puntos en este aspecto jugable con respecto a sus predecesores, donde todos los enemigos y sus ataques hacia nosotros tenían un por qué bien identificado y nos hacían temblar las canillas por lo que estuviera al venir (Big Daddy y Little Sister). En esta entrega sin embargo no sabemos quienes son los enemigos que nos atacan, por qué lo hacen (algo más allá del tener que cortarnos el paso para que no nos llevemos a la chica) y de donde vienen, simplemente están ahí y debemos abrirnos paso ante ellos. Pero es que verdaderamente lo que tiene peso en Bioshock Infinite es su argumento y habrá que llegar hasta el final para poder atacar cabos, tras unos cuantos giros en el guión.
Un regalo para nuestros ojos y oídos
Qué decir del apartado técnico del juego, qué decir de los diseños que hacen posible que Bioshock Infinite se convierta en una maravilla dentro de nuestra colección… gráficamente el juego cuenta con una calidad brillante, dejando paso a los colores vivos y brillantes que representan el completo apogeo que vive Columbia, en comparación a la penumbra de Rapture. Los escenarios están llenos de detalles y el diseño es espectacular, no nos libraremos de algún que otro susto debido a esto en el juego durante los caminos más “pasilleros”, en los que el movimiento de los elementos que nos rodean es constante, todo parece estar vivo en el juego. Si nos fijamos bien en los detalles, encontraremos más de una referencia a sus predecesores en la saga.
No queda atrás el apartado sonoro en cuanto a calidad. Lo más destacable es el completo idioma en castellano que podemos disfrutar en el juego, tanto hablado como con subtítulos y se ha caracterizado de una forma estupenda a todos y cada uno de los personajes del juego. Además, si disponemos de un equipo de sonido envolvente, podremos escuchar las voces de la gente que tenemos alrededor con mayor o menor intensidad y desde diferentes lugares dependiendo de nuestra posición, detalle que se ha tomado muy en cuenta. Por otra parte, las melodías que escucharemos están muy bien ambientadas en la época, pudiendo enchufar o no las radios que encontremos a nuestro paso y también disfrutaremos de fragmentos de obras clásicas muy conocidas.
Conclusión Bioshock Infinite
Bioshock Infinite había puesto las expectativas muy altas y ha cumplido a la perfección, dando a los jugadores todo aquello que les gustó en un primer momento y aportando mejoras significativas, que le pueden hacer llegar a ser el mejor juego de la saga hasta la fecha. El sistema shooter en primera persona que se ha implementado para su jugabilidad puede pecar de ser simplón y ligeramente repetitivo, pero ésta no es la característica fundamental del juego, sino que el peso de la calidad recae en su ambientación, su diseño y su historia. Ésto se ve paliado por una buena amplitud de terreno a explorar, muchos objetos y misiones secundarias que conseguir y un hilo argumental que engancha desde el primer momento. No perdáis la oportunidad de vivir la gran aventura en Columbia, puesto que no os decepcionará tanto si habéis jugado a las anteriores entregas como si no, ya que se trata de una historia independiente.
Título: Bioshock Infinite
Distribuidor: 2k Games
Plataforma analizada: Xbox 360
Nota análisis: 9,5/10
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