Todavía un poco incrédula, miro la estatuilla encima de la mesa y se me ponen los pelos de punta.
No acabo de creérmelo.
Contra todo pronóstico -mi pronóstico- he ganado el premio Bitácoras 2016 al mejor blog de Acción Social, que para los que no lo sepáis es un reconocimiento muy, pero que muy importante dentro del mundillo de los blogs.
Ya os comentaba en algún post anterior que mis días previos a la gala habían sido una Odisea de no parar, estrés y complicaciones, como si el universo se empeñase en que no fuera. Pero mira, que para cabezona yo, y a las dos de la tarde, sin comer cogía mi vuelo, llegaba a Barajas con algo de retraso, y entre metro y tal entraba por la puerta de casa a las 17'15 de la tarde.
¿Y este dato a nosotros qué? os preguntaréis.
La verdad es que nada, pero a título informativo os diré que las acreditaciones comenzaban a las 6 de la tarde. Así que tenía que ducharme, arreglarme y, obviamente llegar al lugar en tiempo record (yo hice mis cálculos y la velocidad del sonido no era suficiente).
Pero llegué. A las 6 y media de la tarde estaba como un clavo en la puerta de CaixaForum, gracias a mi hermano y su precisión casi militar en organizar la ruta y conducir como un profesional, al tiempo que me ayudaba a desconectar charlando de cosillas triviales... Con un tuneo muy de andar por casa y muy poco de star system, sin comer, allí estaba yo, y os confieso que empecé a sentirme nerviosa en aquél instante. Me sentía, además, pequeña. "¿Qué hago yo aquí?", porque si echáis un vistazo a los blogs ganadores, el mío es un bebote en cuanto a existencia, repercusión y seguidores...
Los previos sirvieron para relajarme, reencontrarme y dar muchísimos abrazos, poner caras, y olvidarme por un rato de lo que venía a continuación.
Y así, puntualmente comenzó la gala.
Cuando ya próximos al final anunciaban mi categoría fue cuando toda la tensión acumulada se me instaló en la garganta, El corazón me iba a mil por hora y, cuando escuché el nombre del blog, no se ve en los vídeos, pero me eché las manos a la cabeza mientras mi entorno gritaba enloquecido (grandes animadoras sois, de verdad). El estar en las últimas filas acomodada hizo que llegar al estrado fuera eterno, en serio, ¡ese camino no acababa, por favor! Y entonces allí estaba yo, ¿y qué podía decir? Porque no, no me había preparado nada.
Aguanté el tipo, y no lloré. ¿Os lo podéis creer, yo, la llorona número uno de mi casa?
Quería volver a decirles tanto a Israel (El blog de Israel Hergón) y Jorge (Hemiweb), mis compañeros finalistas, que cualquiera de nosotros podía haber estado ahí, que parte de ese premio es de ellos porque tienen unos blogs fantásticos y hacen cada uno, en su campo un trabajo digno de reconocimiento.
Es un reconocimiento a todas las familias diversas, y espero que con este premio podamos llegar más lejos, alzar más la voz, que nuestras reivindicaciones lleguén a más gente, que nuestras historias se conozcan y tengan mauyor alcance. Que seamos más visibles, más conocidas, más aceptadas, más incluídas.
Ganamos todos con estos premios. Esa es la conclusión.
Ya en casa, asimilando los miles de mensajes, felicitaciones, llamadas, me encuentro de nuevo de vuelta en mi rutina, pensando en cómo he llegado hasta aquí, en cómo he llegado a conseguir este gran Bitácoras y mi Enekito de los premios 20 blogs, todos en un mismo año.
Y lo que me viene a la mente es la pasión, el creer en que lo que hago es útil, en la honestidad, en que entre todos podemos hacer un mundo más igualitario e inclusivo, aunque seamos pocos.
Así que mil gracias y a seguir dándolo todo, pero ahora con una fiuerza multiplicada por mil.
no me va a afectar, sigo siendo la misma, y no, la fama no me ha cambiado (guiño a Marian,
Boticaria García, y Lorena, de Mi pollito dice