Donde se encuentra definitivamente cómodo y sabe sacar todo el jugo dramático es en las secuencias de distancias cortas, ya sea en las más cercanas, esas que se dicen a media voz, en susurros, o en las más tensas que acaban a gritos. Iñárritu es capaz de sacar lo mejor de los actores en este tipo de escenas y seguramente sea eso lo que salva la película. Porque todos los actores cumplen a la perfección con su papel. Sí, señora, no se preocupe, Bardem lo hace muy bien, como no podía ser de otra forma: es un buen actor. Sin embargo, debido a su cuerpo, a su voz, a su cara, no resulta del todo creíble en su personaje: un marginal, seguramente ex yonqui y enfermo terminal. Tiene demasiada presencia física, en otras palabras. Claro que la culpa no es suya.
Supongo que es positivo que Iñárritu haya sabido encarar un proyecto sin su colaborador habitual, el guionista Guillermo Arriaga. Yo, la verdad, ya estaba un poco harto de las historias cruzadas a las que nos tenían acostumbrados (hay que agradecerles, eso sí, la genial Amores perros, pese a la presencia de esa señora a la que no denominaré actriz llamada Goya Toledo). Pero Biutiful tampoco llega a convencer del todo, aunque no se puede negar el valor de algunos momentos interpretativos y la intención de mostrar algunos de los secretos (?) de las grandes ciudades y la economía sumergida. Por otra parte, es, en cierto modo, irresponsable mezclar problemas sociales con poderes sobrenaturales. En definitiva, una película muy pretenciosa. Creo que con algo más de humildad Iñárritu haría un cine excelente.
FRANK