Este bizcocho es de lo más fácil que hay en repostería. Se puede comparar al bizcocho de yogur.
Yo siempre me decantaré por el segundo pero merece la pena que lo pruebes.
Va muy bien cortado en rebanadas y con un poco de mermelada por encima.
Te encontrarás diferentes variaciones de la receta básica.
Mi versión consiste en usar aceite de oliva suave en vez de mantequilla y añadir limón para darle un poco de su aroma y sabor a la masa.
Nunca me cansaré de hablar de las virtudes del aceite para todo el mundo y sobre todo para quien tenga que cuidar el colesterol.
Si te animas a probarlo sigue leyendo...
Elaboración:
Separa las claras de las yemas y resérvalas. Con este tipo de coladores es fácil.
Mezcla las yemas con el aceite, la leche condensada, la ralladura y el zumo del limón.
Pesa la harina y la mezclas con la levadura. Tamízala, es importante pasar la harina por un colador o cedazo para que no te queden grumos.
Por último bate las claras a punto de nieve y las incorporas a la mezcla con movimientos envolventes con la espátula. Remueve mucho para que se integren bien.
Si lo haces de cualquier manera se bajará el aire que ha entrado en las claras y el bizcocho dejará de ser esponjoso. La levadura y el aire que has introducido al batir es lo que le dan esa cualidad.
Si te parece muy difícil lo de las claras a punto de nieve puedes añadir los huevos uno a uno al principio con el aceite y la leche condensada y bate mucho en ese momento, cuanto más espumosa esté la mezcla mejor y luego le añades la harina.
De todas formas, yo te recomiendo que lo intentes con las claras a punto de nieve.
Vierte la mezcla en un molde engrasado.
Llévalo al horno a 180º durante 30 min. Pínchalo antes de sacarlo si sale masa pegada y no sale limpio el pincho espera 5 min. más y vuelve a comprobar.
Recuerda:
Nunca abras el horno antes de que el bizcocho haya subido porque se bajará.
Calienta el horno a 180º unos 10 min. antes de introducir la masa al horno.