¿Con qué clase de viernes te despedirás de noviembre? ¿Black Friday, Green Friday, Normal Friday o Friday night fever? (lo que sea, que sea en inglés, por favor. Que ya sabes, le da caché).
Lo cierto es que ya debes haber leído las palabras Black Friday decenas de veces, solo hoy. Un año más, nos bombardean con llamados a que corramos a las tiendas (o a nuestras pantallas) agitando nuestras tarjetas bancarias para comprar “lo que no se nos ha perdido”.
Hoy vamos a repensarnos un poco esta locura y explorar distintas maneras de abordar el Black Friday de una forma coherente con nuestros objetivos de sostenibilidad, ya sea como personas consumidoras atormentadas o como empresas sostenibles al borde de un ataque de nervios.
Ojo: este NO es un post patrocinado de ninguna forma encubierta y en La Ecocosmopolita todo post patrocinado está identificado como tal.
Historia mínima del Black Friday
Cuenta la leyenda (según este blog de historia) que la cosa realmente comenzó en Filadelfia, Estados Unidos. Al parecer, el sábado después de Acción de Gracias se celebraba un mítico partido de fútbol que colapsaba la ciudad, pero del que los comercios sacaban provecho. Con los años, la cosa fue extendiéndose al resto del país, como una pre-campaña navideña. Y como ya sabes, no ha parado de extenderse.
Yo viví mi primer Black Friday en Chicago en el año 1999, cuando pasé 5 meses en «la ciudad de los vientos» estudiando inglés. Aluciné con el delirio que dominaba la ciudad. Un par de años después, cuando llegué a España, aquí no se hablaba del Black Friday pero en el 2012 aterrizó con paso firme, de la mano de grandes cadenas.
En unos pocos años el frenesí negro se había instalado en casa.
Hoy ya nos parece lo más normal del mundo.
El impacto ambiental del Black Friday
La cosa es que de normal tiene poco. En un artículo de El País, Alba García de Greenpeace declara que en el Black Friday de 2019 las emisiones de CO2 de Madrid se multiplicaron por 6 respecto a la media. Y hay que tener en cuenta que el pico de consumo se extiende a veces semanas más allá de este día. Estamos a punto de comenzar a hablar del «mes negro».
Otro dato del mismo artículo: En Estados Unidos se han calculado emisiones de 15 millones de toneladas de CO2 por devoluciones de mercancía comprada online, que equivalen a tres millones de coches rodando durante todo un año. Y según algunos cálculos, en China se emitieron 13 millones de toneladas de CO2 solo en servicios de mensajería urgente en la campaña de 2018.
Pero sí, estamos todos comprometidos en la lucha contra el cambio climático.
Friday que no son black o reacciones de resistencia al viernes negro
Está claro que hay que hacer algo y, desde hace años, se hace. Ya lo sé, queda mucho, pero para eso va bien coger ejemplo. Y vale la pena repasar algunas iniciativas inspiradoras de “resistencia” al Black Friday, que le han dado una segunda y tercera mirada a este día infame.
Este viernes no se compra
En Canadá, un artista llamado Ted Dave inició una protesta cívica contra el consumismo. Lo llamó el Buy Nothing Day (Día sin compras) y tiene sus seguidores desde los años noventa.
Aunque en sus inicios no estaba relacionado con el Black Friday, pronto lo cambiaron al último viernes de noviembre, para hacer contrapeso a la Fiesta del Consumismo (con mayúsculas).
Cosa curiosa, mientras que el Black Friday nos llegó en el 2012, Ecologistas en Acción está apoyando el Día sin compras al menos desde el 2004.
Patagonia y las tiendas que no quieren vender
Buscando campañas concretas impulsadas por marcas, me tropiezo con la campaña Don’t buy this jacket de Patagonia. No sé si conoces esta marca, pero yo soy muy fan: producen ropa deportiva y la sostenibilidad (y el cuidado a la montaña) son su norte. Esta campaña llevaba un mensaje arriesgado, que fue publicado en el mismísimo New York Times, pero una acción aún cauta: nos pidieron que no compráramos esa chaqueta, como una forma de llamada de atención: “¿Realmente la necesitas?”
Más adelante Patagonia se ha lanzado a la piscina del anti-BlackFriday de cabeza. En los últimos años ha cerrado su tienda online cada viernes negro y, toma nota: suben los precios de sus productos al doble. Los ingresos de este día van enteramente a una causa ambiental. En 2016 alcanzaron la cifra de 10 millones de dólares. Una barbaridad. Algo parecido ha hecho ya durante varios años Haglöfs , la marca de ropa deportiva sueca.
Volviendo por un momento a Patagonia, ahora mismo tienen en marcha una campaña preciosa llamada Worn Wear, que nos invita a alargar la vida de nuestras prendas y a hacerlas parte de nuestra historia personal. Te invito a darle un vistazo en su web.
En España también le dan la vuelta
Salto a España con Mutitaa. Una marca que no conocía, y que también apuesta por los donativos, aunque con la modestia de una pequeña marca: Venden todos sus productos 10 euros más caros, y esta diferencia irá directamente a proyectos sociales de Battambang, en Camboya, donde se producen sus productos
De hecho, esto de hacer resistencia a través de donativos en lugar de vaciar la billetera en ofertas se ha ganado su propio día en el calendario. Es un día antes del Black Friday y se llama Giving Tuesday. Una iniciativa internacional que promueve la solidaridad entre personas, entidades y empresas, con quienes más lo necesitan.
Cerrado por Black Friday
Debe haber muchas iniciativas más que cierran este viernes, pero, ya sabes, una sufre de percepción selectiva y estoy muy atenta a lo que pasa en los proyectos vinculados al residuo cero. Desde el 2019, Sin Plástico “baja su persiana virtual” el último viernes de noviembre, a modo de una llamada de atención frente al negro hiperconsumo.
Y este año Usar y Reusar.ha anunciado que se unirá a la protesta cerrando su tienda online.
Green Friday y el Normal Friday
No sé si sabes que estuve al frente de Usar y Reusar desde sus inicios hasta el pasado agosto, cuando traspasamos la tienda . Los primeros años nos unimos, con muchas otras marcas que apuestan por la sostenibilidad, a una iniciativa llamada Green Friday. Claro que no tiramos la casa por la ventana, porque era algo imposible para nosotras. Sin embargo, ofrecimos un modesto 10% de descuento y las ventas de esos días nos ayudaron a cerrar bien el mes.
A pesar de esto, en los años siguientes decidimos desmarcarnos totalmente de cualquier tipo de promoción en esta fecha. De hecho, muchas de las empresas dejaron de hacerlo en el 2019. Y es que la locura del Black Friday fue creciendo tanto, que ya chocaba en exceso contra nuestra filosofía. Así que muchas, simplemente, seguimos con nuestro día a día lo mejor que pudimos, aunque tembláramos pensando en la bajada de ventas que supondría.
Transparent, una marca de ropa casual para usuarios de bicicletas anunciaba en un vídeo que no harían ofertas en el 2019. Explicaban con gran simceridad cómo se dieron cuenta de que se habían dejado enredar en algo que realmente no tenía sentido para ellos. Y este año la marca de zapatos veganos, Vesica Piscis anuncia en su web, con bombas y platillos, que se acerca el Normal Friday, en el que nada cambia. Su campaña me ha parecido hermosa.
Una iniciativa más, que es muchas al mismo tiempo: con el lema de The new Friday, el equipo de Bumerang ha intentado reunir a distintas empresas y entidades que le están dando la vuelta al Black Friday. La idea es unir fuerzas para hacer un llamado al consumo responsable todo el año y al anticonsumismo durante estos días de locura
El dilema de las marcas éticas
Dicho todo esto, también quiero decir que encuentro absolutamente comprensible que muchas marcas éticas sigan haciendo descuentos por el Black Friday -o el Green Friday-. No sé si es lo más estratégico, correcto y coherente, pero es comprensible a morir. Y es mucho más fácil juzgarlas que estar en sus zapatos, en plena crisis.
Y es que emprender en España en pequeño es muy complicado. Y mucho más si llevas adelante una marca sostenible y ética. Porque eso ya es ir totalmente a contracorriente. En esas condiciones, es difícil darle la espalda a unos de los días de mayor venta del año. Por otra parte, no sé a ti, pero a mí no me sobra el dinero. Y también es una manera de hacer más accesibles a más personas, por unos días, ciertos productos que realmente marcan la diferencia en calidad, sostenibilidad y valor real. Me encanta como lo explicaron Nuria y Montse de Infinit Denim en esta esta newsletter.
El reto estaría en conseguir un balance entre la necesidad de una marca, el apoyo al consumidor y el sentido común. Me gusta también como lo hace Mimo, que han sacado de las estanterías prendas con pequeños defectos a precio de coste, coincidiendo con el black-green-Friday.
Pero el dilema moral estará siempre ahí y creo que cada vez se hace más fuerte. Justamente esta mañana, mientras tomaba mi café, me encontré con una historia sobre el tema de mi (queridísima) Marta Rosique, de Plantea en Verde.
Marta, que es toda honestidad, lo comparte sin pelos en la lengua con su comunidad: «me da el ansia de que pierdo si no participo».
La cosa es que, como es una ecologista y defensora del consumo responsable, la cosa no le hace demasiado ruido mental: «No me siento cómoda y me gusta cero».
Yo creo que es exactamente lo que pasa por la cabeza de cualquier ecoemprendedora de corazón estos días. Y mira que lo que vende Marta son unos cursos maravillosos para crear un huerto en casa, que además son 100% virtuales ¡y no necesitan mensajería urgente ni packaging!
Si mi querida Marta se decidiera a seguir adelante con su campaña, creo que sería un mal muy menor (y más plantas) para este Planeta.
Pero vale la pena ver las respuestas de su comunidad (¡ojalá lo dejara en destacados!). De una lista larguísima, hubo 2 o 3 votos a favor del Black Friday. El grito de la mayoría era ¡Estarmos hasta el pothos de las ofertas!.
Así que, vamos a ver: está claro que la cosa, incluso, puede perjudicar a una marca sostenible. Sí, que las ventas del Black Friday pueden acabar traduciéndose en pérdidas a largo plazo. Porque lo que sostiene a las marcas que apuestan por la ética y la sostenibilidad es justamente su coherencia y sus valores.
Y ya sabes. No sólo tienen que serlo, sino que además tienen que parecerlo.
Por otra parte, los clientes que solo compran por las ofertas tampoco son los que ayudan a salir adelante a ninguna empresa.
¿Y qué hacemos, entonces, como consumidoras?
De todas las respuestas que le hicieron a Marta, las que más me gustaron son las que prometían que sus verdaderas clientes le apoyarían todo el año. ¡Eso es consumo responsable y consciente!
Como personas consumidoras, podemos hacer frente al Black Friday apoyando con nuestra compra consciente y responsable al pequeño comercio que lo necesita y que por eso está ofreciendo rebajas. Tal vez pueda ser una manera de permitirnos algo que, en otras circunstancias, estaría fuera de nuestro alcance. Tal vez…
Pero, ojo, si realmente queremos darle nuestro apoyo a estas tiendas, y podemos permitírnoslo, lo mejor que podemos hacer es comprarles, siempre de forma responsable, fuera del Black Friday (y del Green Friday, claro está). Es decir, sin las rebajas que acaban viéndose obligadas a hacer, para no quedarse atrás.
Tenemos que demostrarles a las pequeñas que no necesitan un Black Friday para contar con nosotras y a las grandes, que realmente estamos hartas de la incitación al hiperconsumismo a la que juegan y que no apoyamos el despilfarro ambiental que supone.
The Goood Shop y sus regalos intangibles a 0 euros
(el verdadero green Friday)
De todas las campañas (anti) Black Friday que conozco, la más hermosa, sin dudas, es la de mi querida Carmela Serantes. Ella, que es pura poesía, cada año nos seduce con una nueva oferta, más tentadora que la anterior:
Duerme una hora más, Sal a dar un paseo , Tómate un café al sol o, simplemente, Respira .
Cada «promo» es una invitación al verdadero verde: a conectar con la naturaleza y, al mismo tiempo, con lo más profundo de nuestro ser. Con lo verdaderamente importante. Un verdadero Green Friday
Y The Goood Shop nos «vende» todo esto y mucho más, a cero euros.
Cada uno de sus «no-productos» de Black Friday son una invitación a recordar que lo único que realmente se va para no volver es el tiempo.
Y vale oro, pero NO acepta rebajas.
¿Con cuál de las ofertas de Carmela te quedarías tú?