Es portentosa, no se puede decir otra cosa, la interpretación de Natalie Portman, siempre con la tensión reflejada en su rostro, con una mirada que viaja desde la inocencia hasta el tormento, con un permanente tinte asustadizo en la mirada...
Una película para mí fascinante, estremecedora, envolvente... En la que, además, interviene (es Rothbart) Sergio Torrado, con quien compartí escenario en aquel «Cascanueces» que dirigió Fernando Bujones. Era entonces un espigado chaval de apenas 14 o 15 años y hoy es un fornido y brillante bailarín. Me hizo mucha ilusión topármelo (no me había dado cuenta de que era él) en los títulos de crédito de la película.