Hay tantas series en televisión, que tratar de seguirlas todas es poco más que un a tarea imposible, y con el paso del tiempo, cada vez veo menos, sobre todo por falta de tiempo. También es cierto que hay muchas que no me interesan lo más mínimo, y que, la mayoría, cometen el error de alargarse hasta el infinito. No hablaremos de las nueve temporadas de Sobrenatural, las seis de Perdidos, las nueve de Expediente X, y ni nos metamos ya con los animes japoneses, de los cuales no soy fan en absoluto, y algunos de los cuales llegan a tener más de ¡quinientos! Capítulos. Quinientos. ¿Qué les queda por contar?
Es en estos momentos cuando me estoy aficionando, y mucho, a las series británicas, que son bastante más cortas y, muchas de ellas, tienen una duración predeterminada. Es el caso de Blackpool, una miniserie de seis capítulos que salió hace unos años y que sería imposible de hacer en los Estados Unidos, ya que ningún ejecutivo de la zona querría hacer una miniserie sobre un asesinato en un sala de máquinas tragaperras al ritmo de las más variadas canciones.
The Boy with the Thorn in his side
La aparición de un cadáver es el inicio de Blackpool, y la gran incógnita de la serie. El asesinato de un chico joven cometido en los alrededores de un casino abierto en el pequeño pueblo de Blackpool hace venir al inspector Carlisle, interpretado por David Tennant, quien será el responsable de averiguar qué pasó aquella noche y quién movió el cadáver tras su muerte.
A lo largo de los capítulos irán apareciendo más y más personajes que, como ocurre en estos casos, tienen mucho que ocultar, sobre todo en lo concerniente a ese casino que acaba de abrirse y a los planes de su dueño, un Ripley Holden interpretado por David Morrissey que es conocido sobre todo por hacer del gobernador en The Walking Dead.
Ripley es un caso singular en una serie británica, un hombre obsesionado con la figura de Elvis Presley y la ciudad de Las Vegas que quiere construir su negocio en ese pequeño pueblo, asediado por las deudas y las sospechas de que él, su hijo, o alguien de su círculo, es el responsable del asesinato. Las tramas se irán entrelazando, algunas con más éxito que otras, ya que la relación entre Carlisle y la mujer de Ripley es interesante, pero no lo es tanto el romance de su hija con un hombre bastante mayor que ella. Humor y tragedia se dan de la mano en esta especie de Twin Peaks británico, salpicado de canciones de los Smiths y Queen, en un espectáculo no apto para todos los públicos, ya que no es una serie destinada a un sector muy amplio. Podríamos decir que es casi experimental, porque no hay muchos musicales en la televisión que lo hagan de este modo, y el resultado, lejos de lo que se temían sus responsables, fue un moderado éxito que les dio la oportunidad de seguir trabajando. Un entretenimiento sencillo, interesante, lo justo para pasar un par de tardes en el sofá si no eres un fan acérrimo de las series más pesadas de la televisión norteamericana, si eres un fan de David Tennant o si simplemente te apetece probar algo diferente a lo que estás acostumbrado.
Should I stay or should I go