ISBN: 9788426381484
Páginas: 46
Precio: 20,90 €
Blancanieves está de moda: además de las dos adaptaciones a la gran pantalla que se estrenan este año (una más fiel al cuento, con Lily Collins y Julia Roberts en los papeles principales, y otra más rompedora, de la mano de Kristen Steward y Charlize Theron), en 2011 se publicó en España la edición tradicional del clásico ilustrada por el prestigioso Benjamin Lacombe. Quien piense que la muchacha de piel pálida, pelo negro y labios rojos se ha quedado estancada en la imagen que nos vendió Disney de ella está muy equivocado.
Benjamin Lacombe
Los Hermanos Grimm fueron los encargados de poner por escrito este relato, allá por el siglo XIX. El libro del que os hablaré a continuación mantiene su texto, pero hace más rico el conjunto gracias a la intervención del ilustrador Benjamin Lacombe (París, 1982), que a pesar de su juventud ya ha publicado más de diez títulos, principalmente infantiles y juveniles. Si no sois aficionados a la ilustración, puede que Lacombe os suene por la preciosa cubierta de La mecánica del corazón, una novela breve que tuvo bastante éxito hace un par de años. Yo lo conocí a través de esa imagen y desde entonces me he interesado por su trabajo, aunque Blancanieves es el primer álbum del autor que tengo en mi poder.Hablando de álbumes ilustrados, de un tiempo a esta parte parece que el papel de los dibujos está ganando prestigio. Antes no era extraño que las ilustraciones se relacionaran únicamente con los libros infantiles; sin embargo, cada vez son más los adultos que se deleitan al contemplar una buena creación y, en este sentido, publicaciones como esta Blancanieves o Besos que fueron o no fueron (del que os hable hace tiempo) son pequeñas obras de arte que vale la pena conservar. Me alegra que se exploren nuevos caminos y que los ilustradores empiecen a ser artistas con nombre y apellidos, no un mero acompañamiento del escritor. Y sin más preámbulos, paso a hablaros de la obra que me ocupa en esta ocasión.
El cuento
El texto de Blancanieves es el de toda la vida, sencillo y sin hacer experimentos: la historia de la joven que se refugió en el bosque porque su madrastra quería matarla. Allí conoció a los siete enanitos, pero su protección no bastó para que su enemiga la envenenara. El desenlace lo sabemos todos. A pesar de promover la bondad, la generosidad (del cazador y los enanitos con Blancanieves) y la victoria del bien sobre el mal, no lo considero un relato especialmente interesante en lo que a moralejas se refiere.Aun así, no me parece mal que se reutilice la versión popular; al fin y al cabo, forma parte de nuestra cultura y estos relatos nunca pasan de moda. Reivindicar la trascendencia de este cuento y darle una presentación más adecuada a nuestra época —mediante las ilustraciones de Benjamin Lacombe— puede resultar eficaz para que no caiga en el olvido y la gente se interese por él. De todas formas, no me habría importado que se arriesgara con una adaptación atrevida, que transmitiera mensajes acordes a estos tiempos. Creo que ambas cosas son compatibles: el clásico, por su importancia y para conocer el contexto en el que se escribió, y las versiones modernas, que le quiten ese aire apocado al personaje y propongan giros valientes. En cualquier caso, en esta Blancanieves solo encontraréis lo primero.
Las ilustraciones
En las ilustraciones predominan los tonos fríos, que contrastan con el rojo de la manzana envenenada y los labios de Blancanieves; me encantó este detalle, le da mucha viveza al cuento. A propósito de las manzanas, aunque parezcan un elemento irrelevante al lado de las figuras humanas, están realmente trabajadas y tienen un aire gracioso que hizo que me fijara bastante en ellas. También hay algunas imágenes en escala de grises (o algo así), que quizá no brillan tanto como las de color pero son igual de bonitas e impactantes. Intercalar este tipo de diseños en medio de las otras contribuye a no caer en la monotonía y dar más variedad a la obra.
Si tengo que hablar de las que más me han gustado, como es obvio me quedo con las que representan a Blancanieves. Hay una de dos páginas que muestra su rostro cuando muerde la manzana: pese a su sencillez aparente, me pareció de una delicadeza extraordinaria, no me canso de admirarla. La de la cubierta —también de dos páginas— es otra que me fascinó, igual que la de la niña en el agua. En relación con los demás personajes, los enanitos tienen su punto simpático y la madrastra realmente da esa mezcla de asco y terror. Finalmente, quiero destacar el cuidado de los árboles del bosque y la originalidad de algunas imágenes (la de Blancanieves cubierta de animales o la del cuervo enjaulado en su interior, por ejemplo). Solo por contemplar estas escenas merece la pena comprarlo: es una verdadera obra de arte.
La edición