"Blancanieves" y el torero Nicanor Villalta

Publicado el 17 julio 2013 por Srabsenta @srabsenta


A mi edad aún no tengo claro si las corridas de toros me gustan o me aterrorizan. Como le decía a Xavier Theros hace unos días mi relación de amor/odio hacia este espectáculo me impide posicionarme. Por una parte sufro horrores al ver las torturas a las que se someten los animales y, por otra parte, reconozco que la estética del toreo y todo lo que conlleva me llama poderosamente la atención. Es más… Diría que me fascina. De hecho, desde que abrí el blog he hablado de toros y sus plazas barcelonesas en más de una ocasión y, en especial de la del Torín. Mi favorita y la primera en desaparecer.

Todo esto viene a cuento de una historia que me ocurrió tras ver la magnífica “Blancanieves” de Pablo Berger. La vi sabiendo que sería de mi agrado ya que contenía todos los elementos para que así fuera. Un cuento clásico, ambientado en la España de principios del siglo XX, con una Blancanievesque encuentra unos enanitos toreros en lugar de mineros. La sorpresa me llegó más tarde, cuando un amigo me comentó tener la impresión que el personaje del torero se inspiraba en un pariente lejano suyo llamado Nicanor Villalta. Un par de coincidencias al principio de la película le hicieron sospechar. Una era el nombre del personaje, Antonio Villalta mientras que la otra era aún más llamativa. Nicanor Villalta era un torero muy famoso en los años 30. Tanto, que protagonizó películas como galán y también le dedicaron unos cuantos pasodobles. Pero su mayor hazaña fue matar siete torosen una misma corrida y una heroicidad similar realizaba Antonio Villaltaal principio de la película. Con la diferencia que en la ficción ocurre en la plaza de Sevilla en 1910 mientras que en la vida real eso fue en Madrid, en 1935. Ese día se vio obligado a matar él solo a todos los toros porque sus compañeros de cartel (Manolo Bienvenida, Domingo Ortega y Maravilla) habían sufrido graves cogidas.

Por lo demás, la película y la vida real de Nicanor Villaltaluego toman caminos distintos y, aunque intenté por todos mis medios descubrir si lo que cuento es algo más que una simple casualidad no lo pude descubrir. De todos modos, la biografía de Nicanor Villalta da para un argumento de película, como ahora verán.
Nicanor nació el 20 de noviembre de 1897 en Cretas (Teruel) y a una edad muy temprana emigró con su familia a Méjico, lugar donde empezó su interés por los toros. Su padre, que era novillero y banderillero, en parte fue culpable de transmitirle esa afición.  
A su vuelta a España tomó la alternativa en la plaza de San Sebastián, en el año 1922. A partir de entonces su fama fue en aumento hasta llegar a ser considerado uno de los mejores matadores. De él se valoraba su honradez en el ruedo y el ser un excelente estoqueador. Motivo por el cual era requerido en todas las plazas de España y, especialmente, en Madrid y Barcelona donde actuaba tan a menudo que hubo quien le llamó “el expreso de Madrid-Barcelona”.

En los años 30 era famoso, ganaba dinero y tenía suerte en la vida. Tanto que pensaba retirarse en 1936. Acababa de casarse y esperaba su primer hijo. Pero la Guerra Civil le truncó todos sus planes de una manera fulminante. El portero de su finca le acusó de fascista y tuvo que salir por piernas perseguido por la milicia. Se escondió en un zulo y allí malvivió durante el tiempo que duró el asedio de Madrid. Cuando acabó la guerra, su mala situación económica le obligó a tener que volver a torear. En Barcelona se estrenó el día de la Mercè de 1939 (el mismo en que el Capità Puig se elevaba en su globo “España” y se estrellaba en el balcón de casa de mis abuelos maternos) y esto es lo que se decía de su actuación en la crónica de La Vanguardia del día 26:

Extracto de la crónica de la reaparición de Nicanor Villalta en Barcelona


Aunque la  vuelta al ruedo fue más bien floja en nada se puso al día y volvió a ser el Nicanor Villalta de antes pero no por mucho tiempo ya que,  cuatro años después,  decidió finalizar su carrera con una última corrida en la plaza de Zaragoza.

Una vez retirado se dedicó a la hostelería, regentó la plaza de toros de Toledo y fue asesor taurino de la presidencia en la plaza de Madrid entre muchas otras cosas. En 1966 fue uno de los toreros protagonistas de Juguetes rotos”, la película documental de Guillermo Summers con guión de Tico Medina en la que Villalta, a los 68 años de edad, mataba a su último toro en la plaza de “Las Ventas” de Madrid. Allí acabó su vida pública y empezó una nueva vida, en el anonimato, hasta que murió en 1980 a los 82 años.