Hace mucho calor. Salgo de trabajar a la velocidad del rayo, a ver si podemos ir un ratito a la piscina. Por razones que no vienen al caso, no tengo qué ponerme. Me quedo con la camiseta que llevé a la oficina y encuentro una falda larga blanca vieja y unas chanclas también viejas. Casualidad: todo blanco nuclear. Me ve el Chiquinini y grita entusiasmado: -¡Viva a novia, mamá!¡Viva a novia! Y eso que sólo ha ido a una boda y fue hace cuatro meses.