Lo esperé 5 años y no me equivoqué. Fue un regalo de mi querido Cesar Ponce, una de esas personas que me permitió desarrollarme profesionalmente en mis inicios como periodista y sommelier. Devenido bodeguero profesional me dio la oportunidad de degustar varios de sus vinos in situ allí en Buenos Aires cuando estuve de visita, mientras que esta botellita atravesó las Américas para reposar en mi cava durante un largo tiempo. Ha llegado finalmente el momento en el que fue descorchada, sin mejor pretexto que una buena cena en familia. La potencia del cabernet y la sutileza del malbec conforman este vino al que la barrica y el paso del tiempo han sabido redondear. De esos vinos que se muerden en vez de tomarse. Delicioso e inolvidable. ¡Salud y larga vida a los vinos de la familia Ponce!
Lo esperé 5 años y no me equivoqué. Fue un regalo de mi querido Cesar Ponce, una de esas personas que me permitió desarrollarme profesionalmente en mis inicios como periodista y sommelier. Devenido bodeguero profesional me dio la oportunidad de degustar varios de sus vinos in situ allí en Buenos Aires cuando estuve de visita, mientras que esta botellita atravesó las Américas para reposar en mi cava durante un largo tiempo. Ha llegado finalmente el momento en el que fue descorchada, sin mejor pretexto que una buena cena en familia. La potencia del cabernet y la sutileza del malbec conforman este vino al que la barrica y el paso del tiempo han sabido redondear. De esos vinos que se muerden en vez de tomarse. Delicioso e inolvidable. ¡Salud y larga vida a los vinos de la familia Ponce!