Mario Betancort
Madrid, 5 jun (EFECOM).- El presidente de Caja Madrid durante más de trece años y uno de los grandes banqueros del país, Miguel Blesa, regresa nuevamente a prisión, esta vez incondicional, por decisión del mismo juez que el pasado 16 de mayo ordenó su ingreso en la cárcel de Soto del Real (Madrid).
En aquella ocasión, la familia de Blesa consiguió recabar en menos de 24 horas la fianza de 2,5 millones de euros impuesta por el juez, por lo que sólo pasó una noche entre rejas. Suficiente para poner punto y final a su retiro dorado tras la marcha de la presidencia de Caja Madrid.
De hecho, la decisión del juez trastocó sus planes inminentes de boda con su compañera de los últimos tiempos en una finca de las afueras de Madrid, prevista inicialmente para el próximo sábado.
El controvertido magistrado sorprendió a muchos al citar de forma urgente al expresidente de la entidad financiera a mediados de mayo con el argumento de preguntarle por la compra de un banco de Miami y volvió a hacerlo hoy usando el mismo procedimiento y poniendo nuevamente en el foco al exbanquero.
Desde que abandonó la presidencia de Caja Madrid en 2010, Blesa optó por rehacer su vida y disfrutar al máximo de su tiempo. Amante de los viajes y enamorado de Miami (EEUU), se había dejado ver públicamente en contadas ocasiones.
Aún así, sus comparecencias en el Congreso para explicar su gestión en Caja Madrid y la visión de la crisis guardarán frases para el recuerdo como aquélla de que el coche blindado por el que la entidad pagó cerca de medio millón de euros no era lo más cómodo.
Nacido en Linares (Jaén) en agosto de 1947 y militante del PP, Blesa ha mantenido siempre un porte elegante, enfundado en trajes a medida, sonriente y con un irónico sentido del humor, además de una memoria admirable, según quienes le conocen bien.
Seguramente en estas horas volverá a recordar a algunos de sus buenos amigos y también a quienes en los últimos años le dejaron un sabor más agridulce, entre ellos el expresidente de la CEOE Gerardo Díaz Ferrán, por quien dijo sentirse traicionado.
Los rifirrafes con el entonces patrón de los empresarios, sentado en el consejo de administración de Caja Madrid, comenzaron cuando el banquero se dio cuenta de que Díaz Ferrán le había embaucado en operaciones que habían resultado un fiasco, como la entrada en el capital de SOS.
Y se acrecentaron con el polémico proceso electoral en el que Díaz Ferrán, en prisión desde el pasado diciembre, dejó de apoyar a Blesa y se alineó con las tesis de la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, quien abogaba por renovar la cúpula de la entidad financiera.
En sus últimos años al frente de Caja Madrid, Blesa luchó encarnizadamente para optar a su reelección como presidente de la entidad con el apoyo del entonces alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón.
Al final de su mandato, Blesa se sentía orgulloso de dejar una Caja Madrid cinco veces más grande de lo que la encontró a su llegada en septiembre de 1997 y se fue agradecido y satisfecho de entregar, como él mismo dijo, a su buen amigo Rodrigo Rato el mando de la cuarta entidad financiera de España.
Durante su mandato se aprobaron decisiones estratégicas como la firma de una gran alianza en banca-seguros con Mapfre y también la compra del City National Bank, la séptima mayor entidad del estado de Florida (EEUU), un orgullo para Blesa aunque ahora le lleve a la cárcel.