Blog del Día de Acción de Gracias

Publicado el 30 noviembre 2013 por Hclasalle
Ayer hablé con un co-trabajador que me dijo que pasó el Día de Acción de Gracias en el hospital con su madre, que tiene cáncer terminal.  Mi primer instinto hubiera sido compartir con el mis ideas sobre como uno debe siempre considerar lo peor e imaginar como uno bregaría con eso ... así cuando y si sucede lo peor, uno se siente fuerte y preparado mentalmente para el reto. Pero de algún modo, soñar con una madre muerta no me parecía una idea muy reconfortante y respeté su dolor demasiado.  Elegí hablarle entonces sobre terapias naturales de cáncer.
Me hizo pensar sobre como sale al relieve la gratitud cuando contrastamos nuestra suerte con la ajena, cuando el dolor, la pobreza o miseria del otro nos hace sentir bendecidos y agradecidos.  Esto no se debe a que nos alegremos del mal ajeno, ni tampoco sugiero que nuestra felicidad deba depender de la ajena, ni que debemos codiciar lo ajeno, ni medir nuestro bien y felicidad contra el de los demás.  Lo que a mí me hace feliz, es completamente subjetivo en el momento.  Pero es natural re-apreciar lo que uno tiene y lo que uno es luego de haber visto lo que otros tienen, lo que otros son, como otros viven.
De hecho, el festival nacional americano del agradecimiento se origina no como un encuentro supuestamente amigable de peregrinos y de indios (a pesar de que el mito nacional americano lo ha propuesto así) sino como un antiguo festival de cosecha indígena.  Es la última cosecha, antes de que llegue el invierno.  Es una apreciación del calor, de los frutos de la tierra, antes de que llegue el frío y la tierra pierda su fertilidad.
Es la ocasión de asegurarnos de que los almacenes estén llenos para el invierno.  La abundancia se nos acaba: brindemos por la abundancia.
Veo a mi co-trabajador y vivo agradecido de que mi madre esté viva, y mi padre ... de que aunque su salud no es perfecta al menos pueden vivir vidas dignas y mayormente tranquilas y con el amor de nietos y seres que los quieren.
Veo el obsceno abismo que se abre entre ricos y pobres y se expande a diario y vivo agradecido de que se terminaron mis cinco años de vacas flacas y empezaron mis años de laboriosidad en un nuevo empleo este año ... de que por fin me toman en serio como escritor y mi primer libro va a ser publicado el año que viene.  Mi almacén está repleto.
Veo deambulantes y personas dementes que viven vidas solitarias en las calles frías de Chicago y vivo agradecido de tener un hogar cálido, una cama cómoda donde dormir, de tener una pareja que a diario dibuja linduras en mi paisaje, de tener amor de familia y de muy buenos amigos.
Veo las noticias de conflictos y guerras religiosas, y vivo agradecido de vivir en una sociedad donde no veo a diario la violencia, aunque me aseguran que existe en mi ciudad.
Veo el modo no-analizado en que muchos viven sus vidas, generando sufrimiento innecesario a sí mismos y a los demás, sumidos en las drogas o en las religiones que alimentan falsas esperanzas, que nos impiden entender y aceptar nuestros límites naturales para ponernos a desear engreídos cosas que no son naturales, y puedo apreciar la libertad y la paz que dan el epicureanismo y la sana filosofía.  Vivo agradecido por las tradiciones de sabiduría que me han nutrido y sostenido, que me han inspirado a través de los años.
Hay estudios que conectan la gratitud con mayor felicidad y mejor salud a largo plazo.  Quizás no debamos ser tan cínicos al considerar el mito de los indios y los peregrinos sentados en una sola mesa comiendo: cristianos y paganos, hombres y mujeres, gente straight y gay, gente de todas las razas.  Aunque es cierto que no comería pavo con gente que luego de cenar con nosotros, van a matarnos y robar nuestras tierras, sí opino que debería haber un día para echar a un lado lo demás y mirar el mundo con ojos de gratitud.  Porque siempre va a haber frío, miseria, violencia, soledad, guerra ... pero tambien siempre va a haber calor, cariño, amigos, familia, alegría y paz.
Soy terrícola, secularista y humanista.