En la era de Internet, en el siglo XXI, cuando disponemos de más información de manera individual que en cualquier otra época de nuestra historia, a veces nos movemos en un círculo tremendamente cerrado. Es cierto que ese círculo es grande, y que herramientas como las Redes Sociales nos hace ampliarlo de manera que antes no hubiera sido posible, pero sigue siendo igual de cerrado. Imaginemos que por h o por b, nos encanta el diseño de las latas de berberechos. Si hay gente que colecciona latas de cerveza, nadie podría esgrimir ninguna razón objetiva para que no pueda ocurrir lo mismo con un producto tan rico como estos moluscos. Pues bien, hace unos años, digamos diez, ser coleccionista de latas de berberechos hubiera sido una tarea puede que gratificante, pero agotadora. A pesar de que ya existiera Internet, la información hubiera sido muy escasa, y la búsqueda de gente dedicada al noble arte del Berbereching (no hubiera sido raro que alguien lo hubiera llamado así) se hubiera tenido que conformar con los métodos “tradicionales”: suscripción a caras revistas británicas o norteamericanas dedicadas a tal Hobby, fanzines editados con más esfuerzo que gloria por coleccionistas del lugar, pequeñas reuniones de los cuatro locos que se dedicaban a ello en España…
Pero con todo y con eso, lo peor hubiera sido explicar al resto de la gente, amigos o familiares, a que se dedicaba el tiempo libre. “Yo colecciono Sellos” te hubiera dicho tu cuñado en la comida familiar por el bautizo de su hija ¿Y tú? Y tú lo que hubieras dicho es explicar tu afición al Berbereching en los términos más honrosos posibles, evitando a continuación las miradas inquisitorias de tus suegros y demás familiares y llamando al consorte para irte a escondidas alegando una indisposición.
Pues bien, más o menos, tener o escribir un blog era hace 10 años como el Berbereching. Agotador ir explicando lo que era un blog a cada uno con el que encontrabas, y “estoqueesloqueé” seguro que iniciaba cualquier diálogo sobre el tema, salvo con las escasas personas que también tenían tan extraña afición.
Ahora ya es distinto. Todo el mundo colecciona latas de Berberechos o tiene un blog. O al menos eso parece. Porque en las reuniones familiares o de amigos te siguen poniendo más o menos la misma cara, aunque bien es verdad que al menos alguno más ya ha oído hablar del tema por la tele o leído algo en los periódicos. Lo justo para que no tengas que huir apresuradamente del lugar y puedas mantenerte digno hasta que tu cuñada saca la tarta casera de manzana. Pero luego, en la intimidad de tu casa, asaltas el teclado y te sumerges en el mundo del blog o del berberecho, allá cada uno, y allí si que te encuentras a gusto, hasta con algún filipino que te ofrece trucos para que tu blog sea más visible en Facebook, o con ese Quatarí que tiene la lata que te falta de Rianxeira. Y ya no son cuatro locos. Al menos llegan a ser 8.
Por todo esto, hay que descubrirse ante quien, como Antonio Cambronero, lleva ya diez años dedicado a coleccionar latas de berberechos y a defender su parcela en las comidas con la suegra. Felicidades por esa década de Berbereching. ¿O era tener un blog?
Que este texto vaya como felicitación y reconocimiento a Blogpocket, y atender a su muy amable propuesta de colaboración para la página que conmemora “10 años de blog“. A por la veintena, Antonio.
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