Una vez que el monstruo de la crisis se instaló en nuestro país, llegó el momento de aportar soluciones, de encontrar el camino para reconducir semejante desastre. Y fue ahí en donde nuestros políticos fueron al bulto, a lo obvio, a la salida rápida. Para tapar los agujeros del estado se bajó el sueldo a los funcionarios, después se quedaría en el limbo la paga extra de navidad, se eliminaron las ayudas sociales, congelación de las pensiones, incremento de las retenciones salariales, se abarató el despido, se subieron los impuestos, IVA incluido, se sometió a un proceso de letargo las obras e infraestructuras. Para combatir el paro juvenil se han aprobado medidas fiscales que no serán de gran utilidad, porque una empresa en crisis no necesita más empleados cuando está sumida en un mercado abúlico. Primero hay que activar la economía para que las empresas incrementen sus objetivos y de esa forma necesitaran, independientemente de las ayudas, un aumento de personal que garantice su crecimiento. Por otra parte esas medidas, en forma de manta precaria que no te cubre los pies si quieres taparte la cabeza, olvida a los veteranos laborales, los mayores de 40 o de 50 años en paro, cuyo futuro les convierte en ancianos laborales.
Para este desmadre político y sus medidas poco inspiradas me ofrezco, para hacer lo mismo, pero cobrando muchísimo menos y eliminando una legión inabarcable de burócratas y cargos infructuosos. No les prometo milagros, tomaré las mismas decisiones y no les sacaré de la crisis, pero les saldrá infinitamente más barato. Total, no tengo ni puñetera idea de economía.