La primera página que uno lee de un libro tiene que ser, debe ser, una poderosa fuerza que te atrape y no te suelte hasta el final. Blue label tiene precisamente eso y es el principal mérito de esta novela ganadora del Premio Iberoamericano de Literatura Arturo Uslar Pietri 2010. Esa deliciosa trampa en la cual cae el lector con un toque de complicidad, está representada por su personaje principal, Eugenia (hija), una post adolescente que tanto por su accionar como por su mundo interior, posee una contundencia irrefrenable a lo largo de toda la novela.
Eugenia Blanc es una veinteañera que como muchos jóvenes, quiere largarse del país para siempre. No podía ser de otra manera en una tierra carente de oportunidades, y en donde las pocas que se presentan, les pertenecen a un grupo cuya estatus es demarcado por el color de la etiqueta del escocés que se toman. Este afán por hallar el camino que la lleve a otro país, le impone en primera instancia un viaje por carretera hasta Altamira de Cáceres, un pueblo en donde se encontrará con Lauren, su abuelo francés, y con la hipotética posibilidad de colocar sus documentos en regla para migrar legalmente. Además de esto, el aspecto político también deja su huella en el texto, que aunque de manera tangencial, ya el título -ventana al libro- lo dice todo.
La segunda instancia en Blue Label, es todo el recorrido entre el ir y venir por las carreteras, tanto por las asfaltadas, como por las carreteras del alma de cada uno de los personajes, con sus conflictos y frustraciones. Aspecto evidentemente iniciático en la construcción de la historia. Luis Tévez será ese amigo, compañero, novio, amante, y otros epítetos, que junto a Eugenia, emprenderá la aventura que desvelará impactantes verdades. En una novela pletórica de jóvenes, no podía faltar el amor y el sexo; borracheras y trifulcas cuando el alcohol ya pasó sus límites; poesía y mucha música.
Eduardo Sánchez Rugeles, sin duda alguna, retrata a la perfección el habla de la juventud caraqueña. No obstante, creo que se excede en el uso de las groserías, de este recurso para construir los diálogos de cada uno de los personajes, por demás muy humanos. Hay momentos sencillamente geniales y otros un tanto desmesurados en la tipificación del habla. Pero, y es un pensamiento a voz alta, tenía que ser así puesto que asíhablan, es la verdad, y en esto, es un acierto absoluto en la construcción de la historia. (Para los interesados, http://palabrasyescombros.blogspot.com/2010/09/de-pana-de-blue-jean-y-otras-yerbas.html )
Blue label es el reflejo exacto de esa juventud clase media que siente y padece los embates de una realidad desconsoladora, pero por encima de todo esto, es una novela que página a página te hace sufrir el drama de la historia y en muchas ocasiones te arranca una carcajada. La tensión y el ritmo no decae en ningún momento, y entre tristezas y conflictos existenciales, hay mucho espacio para el disfrute y la sonrisa cuando menos te lo esperas a través de la lectura. Una muestra de ello en palabras del rebelde y contestatario Luis Tévez, minutos antes del ansiado coito con Eugenia: “¡Qué mierda! -dijo. Acabar afuera es una estafa, es como tomar cerveza sin alcohol o café sin cafeína. Claro, todo depende de la parte del cuerpo en la que acabes”.
Esta franqueza en la palabras va de punta a punta en Blue Label, una lectura muy entretenida, divertida y a la vez dolorosa por lo que allí se denuncia de manera frontal. Un libro que puede ser leído por todas las edades, pero que dentro del perfil juvenil, tiene un lugar ganado como en su momento lo hiciera Piedra de mar de Francisco Massiani. http://palabrasyescombros.blogspot.com/2008/05/piedra-de-mar.html