Si hay un lugar en el que disfruto de críticas intensas y originales, ese sin lugar a dudas es el rincón en el que Dvd da rienda suelta a su pasión cinéfila y nos hace reflexionar sobre todos y cada uno de los posts que escribe en "El indéfilo Cinesnable".
Hoy les trae a este espacio una grandísima película de un director fetiche para mi.
Señoras, señores, con ustedes
BLUE VELVET
Atendiendo presto a la llamada de este bloguero de pro que es Crowley, intentaré explicar de alguna manera cuál fue la película que me ha marcado de por vida; porque en mi caso sí que ha sido sólo una la que abrió la brecha que separa lo meramente lúdico de lo pasional y trascendente. Esto no va a ser una reseña al uso ni nada parecido, sólo un intento de poner palabras a una sensación que se ha mantenido inamovible desde entonces, y ya ha llovido algo...
Era más o menos 1989 y yo empezaba a ver el cine de otra forma; atrás quedaba la adoración por Spielberg, Disney... ya saben. Yo escuchaba la radio por las noches (sí, amigos, Internet era una utopía entonces), algunas veces hasta muy tarde, y Carlos Pumares, desde la extinta Antena tres, impartía clases magistrales acerca del entusiasmo cinéfilo, llegando a veces hasta el paroxismo y/o fanatismo... ¡qué tiempos aquellos! Yo anotaba cada título, cada director, actor, año, compositor, productor e iba viendo lo que podía, aunque paradójicamente, el
La pregunta es (siempre lo ha sido): ¿Qué es BLUE VELVET? Para mí es mucho más que una película con un sentido del ritmo absolutamente rupturista. Me evoca tantas y tan contradictorias sensaciones, que siempre le he encontrado, tras unos treinta visionados, un nuevo sentido. Es tanto un descenso a los infiernos como una necesaria y dolorosa desvirgación sentimental; es tanto un thriller terrorífico como la cara más oscura del melodrama clásico; es la demostración de que EL MAL tiene rostro (Booth/Hopper) y de que su hermano mayor se llama LA PERVERSIDAD, que vendría a ser el recochineo en el dolor ajeno y que obtiene carta magna en la inolvidable escena en la que Hopper le suelta el discurso al pobre McLachlan con el fondo de Roy Orbison. Ese discurso vale más que infinidad de filmografías
BLUE VELVET es aún mejor a medida que Lynch va demostrando que su crisis de ideas es cada vez más patente y que ya no puede filmar películas sino ideas, que es muy moderno pero aburre que no veas. Aludo de nuevo a la palabra "fascinación" para cerrar esta gozada que Crowley me ha permitido realizar, porque ¿qué es el cine, su esencia, sino quedarte con cara de pasmado ante una pantalla donde una vez más "creemos" que algo nuevo se nos revela? Algo así me pasó a mí hace ya más de veinte años; cada vez me gusta más el cine, así que me siento terriblemente afortunado.
Mis saludos y respetos tanto a Mr. Crowley como a todos los blogueros que aman el cine y lo expresan cada día...