Blueberry de Charlier y Giraud

Publicado el 23 octubre 2015 por Lord_pengallan

Como un 1/3 de esta cole me la regalaron cuando era peque. Entonces me lo leí, pero no me llenó mucho. Demasiado texto y poca acción. También pasó que el Oeste no me atrae. Aún así poco a poco me hice con los 1/3 que me faltaban. Quizás fue porque flipé y flipo con el tríptico "El tesoro de los confederados", un cómic excepcional. Quizás pensaba, a ver si me voy a estar perdiendo una joya... El caso es que lo iba releyendo y la conclusión era la misma, buen guión y magnífico dibujo pero no me encandila, demasiado texto y poca acción, y poca presencia femenina, y el Oeste no es una de mis ambientaciones preferidas. Eso sí, "El tesoro de los confederados" es fabuloso, un Spaghetti Western del calibre de El bueno, el feo y el malo. Pero en mi última relectura, que ha sido a salto de mata, al haberse hecho por orden cronológico, como era habitual en los 80 las editoriales españolas se lanzaban a publicar títulos extranjeros con el material reciente dejando el anterior para cuando ya no hubiese aquel, resultando dello que la edición española mezclaban lo nuevo con lo viejo en vez de empezar con el nº 1, me he dado cuenta de que la cole tiene una progresión que la hace ganar en interés lo que compensa bastante que Blueberry sea viejuno y del Oeste.
El Western fascinó a muchos en la parte central del siglo XX. A hombres de toda condición. Normal, para los espectadores nada exigentes es sencillo y patriarcal y para los gafapastas contiene muchos temas fascinantes, los indios, la violencia, la frontera, la colonización, la ley... Por ello fue un éxito internacional. Pero mientras que a los italianos les dio por explotarlo filmicamente, los franceses lo hicieron haciendo cómics, que están viviendo un revival en ntro. país. Así se puede hablar de un Croissant Western, que se distingue por estar bien documentado y ser menos inverosímil que el resto, del que Blueberry de Charlier y Giraud es su título más célebre y seguramente el mejor.

Es el mejor porque es el que mejores autores tuvo y también porque estos hicieron un gran trabajo. Charlier es un guionista muy de su época, le da a la palabra escrita demasiado por complejo literario, cosa que aquí es pecado porque su dibujante es excepcional, y privilegia la aventura por encima de cualquier otra cosa, incluso de la caracterización de personajes, que en Blueberry es muy simple. Estas fallas quedan anuladas porque Charlier conoce muy bien el Oeste, cómo se vivía entonces, de modo que las historias son muy verosímil, y porque era tremendamente ingenioso. Sus guiones son siempre iguales y muy tradicionales, comienzo, nudo y desenlace, el desencadenante es un conflicto social, la historia siempre progresa, pero el francés los anima metiendo tramas paralelas, normalmente la del héroe y la de su antagonista de turno, y construyendo el relato engarzando pequeños episodios en los que el prota, Blueberry, debe superar un peligroso desafío mediante la astucia. Porque lo que caracteriza a Blueberry es la maña, no la violencia o la fuerza. En ese sentido la cole remite a la Odisea y el prota a Ulises. Como en aquella obra épica los problemas en los que se mete el héroe son tan gordos que no se pueden resolver a hostias. También, como la obra de Homero, es burguesa. Estamos lejos de la gloria militar a pesar de que Blueberry es de la caballería de EE.UU., no es un vaquero, y combate tanto en la Guerra de Secesión como en varias guerras indias. Desde luego lo militar no le interesaba a Charlier pues, pese a ser central en la serie, no profundiza en él. Así, Blueberry está lejos de Aquiles así como del poder egoísta o sádico típico de la aristocracia. Los valores que ensalza Blueberry son los mismos que los ensalzados por la Odisea: la eficiencia, la habilidad, el trabajo (Odiseo conoce varias artesanías y no le impronta trabajar) y la inteligencia, no el valor y la fuerza, y el liderazgo ejercido con preocupación por los subordinados (si bien Ulises en parte por egoísmo y en parte por incompetencia y con una gran ayuda de sus hombres no consigue salvar a ni uno). Estamos lejos de la Cólera de Aquiles. Por eso en cierta manera Blueberry no es guapo ya que su rostro no se corresponde con el canon clásico (está inspirado en el de J. P. Belmondo). Odiseo tampoco era un Aquiles. Los valores de la burguesía y de Charlier son otros, y por eso la serie encumbra la honradez, la tenacidad, la inteligencia, la integridad y el orden. No obstante a tanta burguesía, Blueberry tiene su puntillo rebelde como veremos un poco más adelante.
Junto al sólido, variado, casi todos los argumentos posibles del Western aparecen en la serie, e ingenioso guión, Charlier nunca somete 2 veces a Blueberry a la misma prueba, la serie se beneficia del fabuloso arte de Giraud, que estalla en la parte central de la serie. El dibujo realista es excepcional ya que surge del talento y del trabajo estajanovista. Todas las viñetas, excepto la de las 1ª y últimas aventuras, están curradas de forma enfermiza pues Giraud dibuja hasta el más mínimo detalle, hasta el que no se ve. Así, Blueberry tiene todo lo que tiene una peli del Oeste, desde impresionantes paisajes hasta cargas de caballería, y más, pues la recreación histórica es mucho más seria que la del cine ya que los italianos estilizaron el Western porque sólo les interesaba la violencia y la amoralidad y los estadounidenses nunca se esforzaron en el verismo, salvo excepciones, hasta que llegó el crepúsculo. Así, los guiones están representados no sólo con pericia sino de forma impresionante por el curro y por la excepcional calidad del dibujo y de la forma adecuada, pues demandaban naturalismo. Por tanto, guión y dibujo se conjugan a la perfección así que Blueberry es un todo sobresaliente que supera las partes, sobre todo en los episodios de los 70.

Lo que da interés a la serie más allá de la pericia anormal de sus autores, pues las historias son convencionales, es la rebeldía y el pacifismo. Blueberry es un rebelde. Es el típico héroe caótico. Defiende a su comunidad pero no encaja en ella. Es un espíritu libre y concupiscente, pero a lo conservador, le va el alcohol y el juego pero no las mujeres (ni los hombres), y por ello no puede ser otra cosa más que un indisciplinado, sorprende así que sea militar, pero Charlier no hace ningún esfuerzo para explicarlo. Su aspecto refleja está condición heterodoxa. Sin duda por ello para su 1ª aventura el guionista le pone al lado al héroe convencional de la época, un rubiales de perfil griego y bigote, bien plantado, limpio y planchado. Así, el pelo oscuro y largo (como el de los Beattles en su 1ª época), la nariz rota, la barba de 3 días, la suciedad y la ropa arrugada y mal puesta de Blueberry sobresalen mucho más. Todos estos rasgos simbolizan el carácter astuto y artero deste. No parece trigo limpio porque no lo es. Es torcido como su nariz, que se la rompieron por mentir. Blueberry es muy bueno en el póker porque es un farolero excepcional, como Odiseo. Esta rebeldía del prota no se traduce sólo en una indisciplina tolerada por la eficacia, la concesión a la juventud de la Industria del Entretenimiento de entonces, sino en la astucia, que nos lleva al pacifismo. La astucia de Blueberry no sólo escatima en todo momento el enfrentamiento violento típico del Western, en la serie apenas hay duelos por ejemplo, sino que también es una apuesta por la negociación y el consenso, cosa que alcanza su cénit en las historias de indios. En ellas Blueberry se esfuerza en que vuelva la paz y los indios obtengan un tratado justo, el prota no es ningún héroe colonialista. Así, el pacifismo de la serie progresa y llega hasta el punto de que el Blueberry abandona el ejército no sólo por ser ya un auténtico pacifista, sino por ser el brazo armado de una política egoísta, racista y cruel. De esta forma, en cada entrega, Blueberry usa menos la violencia y los antagonistas son menos malvados, si bien siempre hay villanos. Todos blancos y totalmente negativos por ser egoístas, racistas o crueles. Así, Blueberry es un Western atípico porque está más cerca de su época que el cinematográfico, sin duda por ser europeo. Para los estadounidenses este era mitología y por ello no quisieron afrontar que lo habían idealizado hasta que entraron en crisis, pero para un europeo el Oeste es simplemente un escenario exótico donde los excesos del hombre blanco son tan evidentes como condenables al estar ya de vuelta.

Como he releído la serie a salto de mata no la tengo muy fresca. Los 1º 5 nº, una historia sobre los navajos, "Las primeras guerras indias", es entretenido y la cultura india está muy bien retratada, los 2 últimos de la siguiente historia larga, "El caballo de hierro", "La pista de los siux" y "General cabellos rubios" están bastante bien y son relativamente independientes de los 2 anteriores, que son sosetes, luego viene "El tesoro de los confederados", que es excepcional aunque Charlier al final fuerza las cosas, la siguiente historia de indios, "Blueberry fugitivo", está bastante bien y tiene su épica a pesar de huir de la violencia. El final de la serie es malo por agotamiento de los autores, más palpable en Giraud, y porque Charlier quiere cerrar la serie juntando historias que en origen eran inconexas, pero el último, "Arizona love", es bastante bueno y su historia es feminista así que es una agradable y original western. El éxito de Blueberry dio lugar a precuelas mucho antes de que nadie pensase que eso era una buena forma de explotación. Así, Charlier y un Giraud muy suelto con el pincel hicieron varias historias cortas donde contaban la trayectoria de Blueberry antes de ser destinado a Fort Navajo, donde comienza la serie. Allí nos enteramos de que era un rico del Sur que se pasó al Norte al principio de la Guerra de Secesión no por convicción. Digna explotación pero no aporta nada.
Así pues, Blueberry es una serie muy bien hecha y la mejor muestra del Western francés, más histórico y justo con los indios que el producido por otros estados. Destaca por su dibujo excepcional y por el ingenio de sus guiones, y la evolución de la serie hacía el pacifismo y la modernidad suple el que la caracterización brille por su ausencia y su tono sea conservador.