Creo que el verdadero motivo por el que tarde o temprano, la mayoría de las parejas fracasa, es de índole matemática. La media naranja existe, sólo que a lo largo de nuestra vida conocemos a muy pocas personas, lo cual, estadísticamente hablando, también disminuye considerablemente las posibilidades de encontrarla. Si tuviéramos la oportunidad de entablar relación con todas las mujeres que nos cruzamos en la calle, seguramente encontraríamos al amor de nuestra vida. Y seguramente también nos volveríamos locos.
A lo que voy: si encontrar la pareja perfecta es un milagro, mucho más difícil aún parece encontrar a la persona con la cual compartir un proyecto de vida, una causa, una lucha, una militancia del corazón.
Yoko perdió a John. Y Cristina tuvo la mejor y la peor de las suertes: haber encontrado a esa persona, y después, haberla perdido.
Foto: Jean Marc Bisogne