¡¡¡Al rico melón veraniego!!!
Una de las principales dudas de cualquier padre a la hora de iniciar la alimentación complementaria es el orden en el que dar los alimentos. Siempre que hago un taller de Baby-Led Weaning la mayoría de los asistentes se queda muy sorprendido cuando les digo que no hay manera mejor ni peor de empezar. No hay evidencia científica que respalde empezar por cereales, o por fruta, o por verdura, o mezclando alimentos de los diferentes grupos.De hecho, en cada cultura se hace de manera diferentes y los "mandamientos" de un centro de salud difieren completamente de los de otro centro de salud de la misma localidad... ¡¡¡Incluso los pediatras de un mismo centro de salud dan indicaciones diferentes para comenzar!!!
Otra sorpresa que les aguarda a los padres que hablan conmigo sobre alimentación complementaria a demanda es cuando les digo que en realidad no es necesario retrasar la introducción de ningún alimento para evitar las alergias. Tal y como nos explica fenomenalmente el nutricionista Julio Basulto:
Si aplicamos la lógica, parece sensato retrasar la aparición de los alimentos potencialmente alergénicos en la dieta del bebé. Sin embargo, la lógica no siempre coincide con las pruebas científicas. En este caso, tal y como indican hoy las principales asociaciones de pediatría, y como confirmó en mayo de 2010 una revisión publicada en Current Opinion in Clinical Nutrition & Metabolic Care, es innecesario demorar la incorporación de alimentos potencialmente alergénicos en bebés. De hecho, incluso podría ser contraproducente. Lo verdaderamente relevante es la progresión, es decir, hacerlo poco a poco (siempre a partir de los 6 meses de edad) para comprobar la tolerancia del bebé. Si al día siguiente de incorporar una novedad en su dieta, el niño sigue bien, adelante con otra.¿También el huevo?
Fuente: El rincón de Julio Basulto en el blog La Sirena.
Pero ¿Y el huevo? ¿las fresas? ¿el melocotón? Pues el hecho de retrasar su introducción en la dieta del bebé no implica que vayamos a evitar la alergia, sino más bien al contrario. La Academia Americana de Pediatría recomendó en el año 2000 retrasar la introducción de alimentos potencialmetne alergénicos en bebés con riesgo de padecer alergia. Este consejo estaba basado en la opinión de expertos, ya que no existía evidencia científica al respecto... Y la recomendación destinada a bebés de alto riesgo (antecedentes familiares, enfermedades, etc.) se generalizó para todos los bebés.
En cambio, desde esta recomenación, se han ido acumulando estudios e investigaciones que han ido demostrando que el restraso de la introducción de estos alimentos no solo no es beneficioso, sino que incluso podría llegar a ser perjudicial. Un buen ejemplo de ello es el gluten. Hace años se recomendaba retrasar su introducción hasta los 8 o 9 meses, pero después de la epidemia de celiaquía registrada en Suecia después de esta recomendación, se descubrió que era perjudicial y hoy en día se recomienda introducirlo a los seis meses y poco a poco.
Un artículo de la Sociedad Pediátrica Canadiense resume muy bien la evidencia al respecto y menciona estudios que demuestran que la alergia a los cacahuetes se triplico en el Reino Unido durante el periodo en el que se recomendaba retrasar la introducción de este fruto seco en la dieta de los bebés. Una investigación australiana concluyó que el retraso en la introducción del huevo aumenta las tasas de alergia frente a la introducción entre los 4 y los seis meses.
Con todos estos datos en la mano, la Academia Americana de Pediatría (que parece ser el espejo en el que se mirán el resto de "patronales" del sector) estableción en sus recomendaciones de 2008 que no había evidencia convincente de que retrasar la introducción de alimentos sólidos (incluyendo cacahuete, huevo y pescado) más allá del periodo de 4 a 6 meses no tiene ningún efecto protector frente a las alergias.
¿Y entonces qué?
Lo cierto es que, ante la falta de evidencia, son los padres los que deben decidir qué alimentos dar y cuáles no dar a los bebés, siguiendo las pautas alimentarias de una dieta saludable y las costumbres familiares. Conviene recordar que la introducción de la alimentación complementaria se hace a los seis meses para completar el aporte de hierro al lactante, ya que se estima que es en este periodo cuando se comienzan a agotar las reservas del nacimiento.
Entonces, parece conveniente elegir los alimentos más ricos en hierro para iniciar la alimentación complementaria del bebé, como la carne o el huevo. Tampoco parecería demasiado conveniente retrasar el pescado hasta el año, cuando es una de las pocas fuentes de ácidos grasos omega3 que son tan necesarios para el correcto desarrollo del bebé (dichas grasas también están presentes en la leche materna, pero si la alimentación complementaria va sustituyendo poco a poco un porcentaje de la ingesta de leche materna sería necesario que existiera también un aporte adecuado de omega3 también en la dieta sólida).
En este artículo tenéis una guía de los alimentos que hay que evitar y una explicación de los porqués.
Reacciones adversas y formatos
Los alimentos, por tanto, deben introducirse paulatinamente y estando siempre atentos a una posible reacción adversa en el bebé. En cuanto a los sintomas de alerta, citamos de nuevo a Julio Basulto, que los explica a la perfección:
En la mayor parte de casos, los primeros síntomas de una alergia en la infancia aparecen o en la piel o en el tracto gastrointestinal, poco después de tomar determinados alimentos. En la piel se suele observar urticaria, bultos en la piel o enrojecimientos. En el sistema digestivo pueden aparecer edemas en labios, lengua, paladar o garganta (un edema es una hinchazón blanda, que cede a la presión), pero también vómitos, náuseas, dolor abdominal, diarrea e incluso, en ocasiones, heces con restos de sangre. (...) Ante la duda, acude a tu pediatra: es importante un buen diagnóstico.
Volviendo a mi experiencia personal hablando a otros padres de Baby-Led Weaning, la mayoría se quedan en un estado de shock prácticamente después de escuchar todo esto, ya que no tiene nada que ver con todo lo que han venido oyendo hasta entonces.
Yo aquí meto el razonamiento de mi propia cosecha, más allá de nutricionistas y de escuelas de pediatría. Cuando se "educa" a los padres para dar purés se les inculca la nula capacidad de decisión del bebé y es el experto (pediatra y/o enfermero) y los padres los que deciden los alimentos que deben comer, en qué orden y las cantidades. El padres al que se confía la importante misión de sentar los cimientos para una correcta alimentación de su retoño lo hace con dedicación, pasión y entrega y si tiene que hacer el avión, el tren o la bicicleta para que su hijo se tome la cucharada de puré lo hará.
Entonces ¿Crees que la reacción alérgica será de iguales proporciones si embutimos al bebé 250 ml de papilla salga el sol por donde salga y sin tener en cuenta sus signos de rechazo y saciedad que si dejamos que sea el bebé el que se autorregule y el que decida si quiere comer un alimento o no?
Las personas que tienen alergia suelen detectar que una comida contiene un alérgeno porque le pica en la boca. El bebé que aprende a detectar ese picor y lo acepta como lo que es (un síntoma de alarma)y normalmente, rechazará ese alimento espontáneamente. El padre que deja que su bebé tome la iniciativa verá que el pequeño ignora las fresas o el huevo en repetidas ocasiones y dejará de ofrecérselo. Así de simple es la diferencia entre un método u otro. Entre dejar que el bebé tome las riendas o dejar que otros decidan por él.
Y ¿Nosotros como aplicamos todo esto? Pues a la canadiense. El otro día Erik cumplió seis meses y lo celebramos ofreciéndole una rica tortilla francesa que cenamos en familia ¡¡¡Llamadme inconsciente!!! :P