Boardwalk Empire, otra maravilla de HBO

Publicado el 10 agosto 2012 por El Ninho Naranja @NinhoNaranja
10 ago 2012   Francesc Bon
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Ya sabéis lo que se dice de las partes y la suma de las partes. Entonces, hace unos dos años, empiezan a aparecer nombres. HBO, Scorsese, Buscemi. En 2010, cuando HBO estaba metida de lleno en ese difícil trago de encontrar series que sustituyeran a algunos de los grandes emblemas que habían acabado ya. Nada más difícil que encontrar unos nuevos Soprano. ¿Verdad?.

Los detractores, que los tuvo, de ‘Boardwalk Empire’, acusaron a esta serie de reproducir algo la estructura de las andanzas de Tony y los suyos. Fácil criticar: el hombre solo en la cumbre, la frialdad y las dudas. Una historia casi universal. La presencia de Steve Buscemi, con el recuerdo aún reciente de su papel como Tony Blundetto. Luego, la leyenda previa de los nombres involucrados, añaden actores de prestigio procedentes de otras series (joder, añaden al mismísimo actor que hizo de Omar Little en ‘TheWire’, el personaje favorito de Barack Obama). Esa mezcla, esa composición ideal de partes perfectas, tan perfectas que abruman, tan perfectas que dan ganas de acuñar una nueva expresión :echapatrasante.

Tanto dinero, tanta ambientación, tanta fastuosa producción en un capítulo inicial, todo, desde el pequeño de los detalles, desde el lustre de los zapatos bicolores y la daltónica combinación de sus corbatas en la primera escena, hasta la ostentosa recreación de los primeros edificios de Atlantic City. Todo daba por pensar que BoardwalkEmpire podría fallar donde otras habían acertado: ese indefinible mojo, ese indescriptible factor sorpresa que separa muchas buenas series que HBO ha facturado (muchísimas)  de esas cuatro o cinco magistrales, las elegidas, que pasado un tiempo, son pasto de sesudos análisis, de tertulias, de debates, de tesis doctorales y de comentarios de políticos de alto rango, de libros que las estudian de cabo a rabo y las comparan con clásicos de todos los tiempos.

Pues bueno,  dejadme apostar que Boardwalk Empire puede acabar en ese limbo. Va, confiad en mí, en mi ojo para estas cosas. Yo ya convenceré a mis compañeros en El Ninho Naranja, los encerraré a ver esas dos temporadas, cuando nos reunamos en Las Vegas para nuestra convención anual, para convencerles, si algunos no lo están ya. No creo que haya que esperar ver pulgares arriba, comprobar que esa tercera temporada cuya premier tendrá lugar en USA en septiembre (supongo que algo más  tarde aquí) profundiza en ciertas vías y abre algunas de nuevas. Ya con dos temporadas yo aventuraría a redactar prolongados ensayos sobre  la construcción y el crecimiento de grandes ciudades, sobre como esos procesos acarrean corrupción, engaños y mafias y traiciones; sobre el conflicto racial latente, sobre el integrismo religioso y el sentimiento de culpa, sobre el drama de la guerra y los veteranos, sobre el ascenso social a base de pura seducción.

Sí, ya con dos temporadas me veo capaz de lanzarme a tal locura, a generar curiosidad y vencer el escepticismo que nos pone a la defensiva cuando se junta tanta estrella y tanto galón en una superproducción.

No vamos a destacarla por su espontaneidad, ni por su capacidad de dar giros a las tramas. Boardwalk Empire es una serie de HBO que rezuma el clasicismo que la cadena ya puede acreditar como marca de fábrica. Es una maravilla y, a razón de un capítulo diario, aún os da tiempo de poneros al día para disfrutar su tercera temporada, para no lamentaros después, de que no os hayamos avisado.