A lo Boca. Otra vez se puede decir lo mismo. Porque por historia, Boca es lo que se vio ante Nacional: huevo, huevo y huevo. Y a ganar como se pueda. Pero por presente, por actualidad, Boca es lo que se vio ante Argentinos: un equipo apático, apagado, casi sin ganas. Un equipo que puede arrancar como el mejor y terminar como el peor. Y hoy, el Xeneize empató a lo Boca. Empezó ganando, con un primer tiempo bastante aceptable, y terminó empatando y con riesgo de perder el partido. Argentinos Juniors se llevó un punto de La Bombonera, reducto que parecía invencible en otras épocas y que luce tan vulnerable últimamente, empatando 1 a 1 con el local.
El equipo de Bianchi intentó jugar ordenado desde el comienzo, principalmente desde la defensa: los jugadores trataban de salir de manera limpia, abriendo la cancha y tocando claro. Desde la otra vereda, Argentinos relegó la posesión del balón y se dedicó a contrarrestar ataques y responder de forma punzante, aunque tuvo pocas llegadas claras.
Sobre los 11 minutos llegó la primera chance de gol para el local: tras un centro, Vázquez agarró claramente a Ribair Rodríguez, y Abal señaló el punto de penal. Santiago Silva se hizo cargo un minuto más tarde y cambió el disparo por gol, tomándose revancha del penal estrellado contra el travesaño la semana pasada en Rafaela. El Xeneize estaba 1-0 arriba, merecidamente, y jugaba ordenado, como hace tiempo no sucedía. Pero como era de esperarse, la estabilidad no duró mucho.
El conjunto de Caruso Lombardi (quien regresaba al banco del Bicho) comenzó a contraatacar por las bandas, aunque sin poder entrar al área. Sin embargo, el peligro que le faltaba a la delantera del Bicho lo aportaba la defensa de Boca que comenzaba a fallar, volviéndose tan irregular como de costumbre. A los 35 minutos, Hernández sacó un buen disparo tras un intento de Anangonó pero la pelota se desvió en un defensor y rebotó en el travesaño. El Bicho merecía el empate pero no podía anotar.
Pero aparecieron de nuevo los fantasmas de Boca: A los 46 minutos de la primera etapa, cuando quedaban segundos para la finalización, un córner de Hernández encontró bien parado a Matías Martínez, que conectó con el botín para vencer a Orión y decretar el empate. Terminaba así el primer tiempo, con un empate merecido pero un Xeneize mejor posicionado y con mayor tenencia del balón.
Durante el segundo tiempo casi no hubieron jugadas claras. Apenas algunos tiros desde fuera para el visitante, o algún intento aislado de Sebastián Palacios para el Xeneize “animaron” el juego, que iba decayendo a medida que avanzaban los minutos. Boca no pudo quebrar el resultado, debido en parte a su defensa desordenada y con errores, y también a su mediocampo y ataque sin ideas. No alcanzó con las arremetidas ciegas y sin sentido de Silva, con las (pocas) intervenciones de Martínez o con la sangre joven de Palacios para romper el empate. Argentinos tampoco pudo hacer mucho, y se dedicó a amagar con algún tiro desde media distancia o alguna pelota parada que no hizo daño.
Sobre el final del partido, un defensor de Argentinos tomó a Palacios durante un ataque dentro del área. Abal decidió pasar por alto el agarrón, pero debió haber decretado penal para el local. De todas formas, no es justificativo suficiente para explicar el resultado: Boca empató porque no mereció ganar, porque jugó mal, porque no tiene ideas, y sobre todo porque volvió a la normalidad. Es que, mal que le pese al hincha, esta versión del equipo es más de lo mismo. El Xeneize deja en claro que sólo funciona bajo presión, como bien demostró entresemana en el duelo de Copa. No hay excusas: se empató a lo Boca. O por lo menos, a lo que es la (triste) versión actual de Boca.