Bochorno

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Llevo días dándole vueltas al post de hoy. Porque llevo días mosqueado por un tema. Abochornado por un asunto. Me pedía el cuerpo soltarme escribiendo una buena sarta de zascas (sin ser yo nada de eso).

El bochorno viene del pasado viernes 26 de julio, día de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Paris. Bueno, miento, el bochorno viene de antes, desde tiempo inmemorial, desde cuando los veranos en Barcelona son como son: húmedos, pegajosos, calientes, cuasi tropicales. O de unos años menos, desde cuando me mudé aquí y me vi obligado a soportarlos. Así que quizá fue el bochorno ambiental el que me predispuso al otro bochorno. Si no, ¿de qué iba yo a enfadarme tanto?

Resulta que durante la ceremonia hubo una performance que indignó a unos cuantos. Siendo esos cuantos unos millones de personas que no vieron con buenos ojos que se aprovechara un evento de ese estilo para mofarse de la religión cristiana. No les gustó que en una celebración que rememora la antigua cultura griega se representara a dioses de su mitología. Estos ofendidos, la mayoría pertenecientes al primer, orondo y dominador mundo, considera que se les persigue y menosprecia. Hubo premura en la ira, al llenarse inmediatamente las redes de encendidas críticas. Nada de calma ni de poner otra mejilla. Hubo incultura manifiesta, al no saber que lo que se representaba NO era La Última Cena (un cuadro, además, no una escena real que nadie, nunca, inmortalizó). Nada de búsqueda de la sabiduría. Hubo arrogancia y cerrazón, al no reconocer el error. Nada de humildad y modestia. Hubo error en el foco, porque en unos Juegos de los que se expulsa, con razón, a Rusia, pero se mantiene a la delegación israelí cuyo ejército está masacrando niños en Gaza, indignarse por un cuadro (que no era) es, cuando menos, de estar muy despistado. No hubo, por lo tanto, nada de la radicalidad del mensaje cristiano que aspira a cambiar el mundo (para bien, se entiende). Hubo, finalmente, piel finísima, porque lo que bien podía ser considerado un homenaje, enseguida se consideró mofa, y a los performers (muchos de ellos drags), indignos de la cristiandad. Nada, por tanto, de acogida o amabilidad.

Pero mira, ¿para qué? ¿Para qué embarrarme en un intento de bofetón que lo más probable es que se me vuelva en contra? Porque, ¿qué he hecho yo sino enfadarme también? Nada de cintura, perdón, acogida, radicalidad en mi mensaje. Solo buscaba el zasca. Mandar a callar. Mejor me callo yo.

Eso sí. Vean la imagen que acompaña este texto y que desde un primer momento se viralizó pidiendo respeto para los cristianos. Esa imagen que reza: MI FE, NO ES UN JUEGO.

Sujeto. Coma. Predicado. ¡En una oración copulativa, además! ¡Una frase de seis palabras!

Desprecio por la sabiduría. Cero respeto por la tradición gramatical. Un escupitajo sobre la lengua común que nos ha sido dada. Ni la más mínima reflexión antes de publicar (ni después).

Esta peña quiere ver el mundo arder.