El camino me llevó a Bocígano, hoy pedanía de El Cardoso de la Sierra en la provincia de Guadalajara, ya solo cinco habitantes según la Wikipedia, de invierno, en verano y fines de semana seguro bastantes más. El destino que soñó el Cardenal Cisneros para retirarse pero que los avatares de esa España que estaba creando se lo impidieron, no tuvo ese privilegio como si lo tendría Carlos en Yuste, al que esperaba el Cardenal viniera de Alemania para entregarle Castilla, Aragón y medio mundo.
En Bocígano existió, ya solo quedan escasos sillares, el Monasterio Cisterciense del Real Sitio de Santuy, fundado a finales del s. XI, cuando los cristianos del norte empezaban a bajar victoriosos por las laderas sures de la Carpetania hacia Al Andalus. Monasterio dedicado a San Audito, santo martirizado en el s. II, en la cercana Buitrago del Lozoya. Lugar tranquilo pensado para la meditación y el retiro de los monjes, también debió albergar a personajes importantes pues en el se encontró la tumba del infante Sancho de Castilla, enterrado en 1199. Tras pasar a la Orden de Santiago y después a la Basílica de Santa Leocadia de Toledo, en 1510 fue adquirido por el Cardenal Cisneros para su propio retiro y el descanso de los docentes de la Universidad de Alcalá de Henares, en estos menesteres funcionó algo más de un siglo, vendido posteriormente a particulares sus piedras irían borrándose de la historia.
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