Kate Middleton, la recién estrenada Duquesa de Cambridge, no se hizo esperar y por fin, podíamos descubrir el secreto mejor guardado de boda. La novia, con una creación de la diseñadora Sarah Burton, de la firma Alexander McQuenn (los que nos seguís recordaréis que era nuestra apuesta personal entre todos los nombres que se barajaban), descendía muy puntual del Rolls Royce que la ha conducido hasta la Abadía de Westminster, donde la esperaba el Príncipe Guillermo.
Acompañada por el incesante sonido de las campanas, Kate entró en la abadía del brazo de su padre. Su hermana Philippa, ejercía como dama de honor y le recogía la cola al entrar en la iglesia.
Las primeras voces se han hecho eco de posibles similitudes entre el vestido de la novia y los que lucieron Grace Kelly o la princesa Margarita. Sin embargo, creo que al margen de ciertas coincidencias, el vestido recoge a la perfección el estilo de la propia Kate: sencillo y elegante.
El diseño es de corte clásico lleva cuello en V, cuerpo ajustado con escote corazón y encajes, y falda de vuelo con una cola de tres metros.
Para completar el estilismo, la melena suelta con ligeras ondas coronada por una preciosa tiara de Cartier y un velo de tul de seda.
Y por último, una curiosidad. Kate portaba en su ramo de novia claveles de Japón, también conocidos como "sweet William" o "dulce Guillermo", como un original y cariñoso guiño a su futuro esposo. El buqué, diseñado por Shane Connolly, responsable de la decoración de la abadía, incluía también liláceas del valle, mirto y jacintos. l